Por razones que se pierden en el tiempo, recuerdo que sentía cierta predilección por las escritoras inglesas del XIX, en particular por las singulares hermanas Brontë. Jane Eyre, obra de Charlotte Brontë, fue mi novela fetiche de esa época lejana ya en la memoria, en la que los sueños sobre héroes byronianos, representados por el Sr. Rochester, dominaban el espacio emocional donde la ebullición hormonal del despertar sexual encontraba su perfecta sublimación, acompañándose, incluso, de alguna experiencia rayana en el misterio de lo esotérico. No obstante, con el paso de los años y el acopio intelectual de otras lecturas, desaparecidos y eliminados los héroes y los sueños, la novela ha ido quedando relegada a planos cada vez más secundarios, quedando en pie más por sus valores literarios que por los emotivos.
Paula Rego, pintora de origen portugués, pero afincada en Londres, en una serie de 25 litografías que integran una edición inglesa de la novela, de lujo, muy cara, limitada a 75 ejemplares (se ha hecho también una serie de sellos con ellas), ha ilustrado el universo de Jane Eyre, interpretándolo visualmente de una forma muy personal, que capta de forma magistral la rebeldía, la rabia y el fuego abrasador que consumen y espolean salvajemente el mundo interior de la escritora y de su protagonista y, a la vez, dota a la lectura de otras posibilidades sugerentes, iluminándola y enriqueciéndola con otras tonalidades, no sólo aparentes, sino también insinuadas por lo que trasciende de las meras líneas de dibujo y sombras, o escondidas dentro de la pintura.