01 febrero 2011

Balada para un mochilero

Dos jóvenes conversan hasta bien entrada la tarde, entre cerveza y boquerones, en un bar triste y cochambroso de la periferia madrileña. SIMÓN, que es muy mago, enfrente de AURELIO, un aventurero infatigable.



Giuseppe Marrone haciendo amigos en el film de Carlos Rinaldi
SIMÓN: ¿Recuerdas lo que nos dijo el viejo Hakim? Cito de memoria: «El turista busca Cultura porque en nuestro mundo, la cultura ha desaparecido en el estómago de la cultura del Espectáculo, ha sido derribada y sustituida por el centro comercial y el show televisivo. Porque nuestra educación sólo es una preparación para una vida de trabajo y consumo, porque nosotros mismos hemos dejado de crear. A pesar de que los turistas parezcan estar físicamente presentes en la Naturaleza o en la Cultura, uno los podría considerar fantasmas encantando ruinas, carentes de toda presencia física. No están realmente ahí, sino que se mueven a través de un paisaje mental, una abstracción –Naturaleza y Cultura–, coleccionando imágenes en lugar de experiencia. Con demasiada frecuencia sus vacaciones suceden entre la miseria de otras personas o incluso se añaden a ésta.»

AURELIO: ¡Cuánta palabrería infumable! ¡Tonterías! Yo, como hombre de acción, te digo que el maldito barbudo no sabe ni lo que habla. Además, a mí plin.

SIMÓN: ¿No te parece raro que cientos de miles de personas, diariamente, en un país pequeño como éste, tengan la imperiosa necesidad de volar montadas en aviones?

AURELIO: Los tiempos cambian y con ellos las necesidades. Punto.

SIMÓN: Puede que el viejo tenga algo de razón con aquello de los turistas y la desaparición de la cultura.

AURELIO: Los turistas... yo no soy ningún turista, viajo con mochila y tirado de pasta.

SIMÓN: Y además no compras souvenirs ni envías postales, bien lo sé, mochilero. Eres muy distinto, un verdadero nómada cuando estás de vacaciones.

AURELIO: Por supuesto, tú lo has dicho. Yo me mezclo con las gentes del lugar, aprendo y luego lo cuento. Me llena mucho, me siento vivo, ¿entiendes?

SIMÓN: Nunca pensé que fuera de otro modo, Aurelio.

AURELIO: Mi sueño es dar la vuelta al mundo y conocer las maravillas de todas partes.

SIMÓN: ¿Como en Pekín Express?

AURELIO: ¡Ja, ja, ja! Lo mismo pero sin cámaras, ni pruebas, ni premios. ¿Lo entiendes? Mi satisfacción es conocer otras culturas, gente distinta.

SIMÓN: ¿Y todo eso por el influjo de la mochila?

AURELIO: Y por los bongos, entre otras cosas.

SIMÓN: ¿Qué más?

AURELIO: A veces toco versiones con la guitarra y canto. ¡Ah! también duermo en albergues, nada de hoteles.

SIMÓN: ¡Tremenda diferencia!

AURELIO: Así es.

SIMÓN: ¿Qué me dices de la naturaleza? ¿No es toda ella majestuosa?

AURELIO: Contemplarla me proporciona un placer inconmensurable. Mi espíritu aventurero no conoce montaña demasiado escarpada ni paisaje demasiado remoto.

SIMÓN: ¡Oh, Aurelio! tú si que sabes lo que es la vida.

AURELIO: Viajar y el sexo gratis son lo mejor que existe.

SIMÓN: ¡Turismo sexual, el producto definitivo! ¡Yuju! ¡La obra de arte total!

AURELIO: Sin pagar, el detalle es crucial. Enrollarse con una italiana tetuda en una góndola. ¡Eso sí que es vida de la buena! ¡Ay, si yo te contara, Simón!


AURELIO, lleno de melancolía, como ausente, repasa con gesto turbado su melena rizada.


SIMÓN: Aurelio, de todas formas, no sé hasta qué punto es necesario hacer el show con tanto impulso. Ir a un lugar al que nadie te ha invitado, observar fugazmente y volver a casa. ¿Por qué lo haces?

AURELIO: ¡De fugaz nada! Como mínimo me quedo dos semanas o más. Lo hago porque me obliga el espíritu.

SIMÓN: Pero vivir en un lugar, la experiencia de habitar, a mí me parece justo lo contrario. Se trata de quedarse para hacer vida en vez de agotar una vivencia en su imagen espectacular. Por ejemplo, los verdaderos nómadas tenían un vínculo fortísimo con el grupo. Por eso llevaban su hogar a todas partes, porque el hogar no es ningún lugar sino una forma de vincularse. Ahora, en el imperio de la urgencia, consumimos diferencia; y al hacerlo la aniquilamos. Se parece mucho a la bulimia.

AURELIO: Es que... o no me entiendes o no me explico. ¡Yo soy un ciudadano del mundo! ¡Yo!

SIMÓN: Aurelio, ¿sabes qué?

AURELIO: Dime, Simón.

SIMÓN: Te regalaría un billete espacial con destino al centro del Sol. Sin escalas.


Se llevan a la boca sendos mondadientes con boquerón en vinagre y cae el silencio.


Strange powers - Magnetic Fields

2 comentarios:

Siriana dijo...

Gracias por pasaros, y por cierto, que ahora me encontrais aqui.

Muy bueno eso de que el hogar es el vínculo. Lástima que lo hayamos proyectado afuera y hayamos creado la pp (propiedad privada), un sitio donde los hogares se vuelven huérfanos.
Excelente River of Hope
Un saludo

rab//.

Precesión del perihelio dijo...

Muy amable, gracias a ti. Saludos. :)