10 abril 2011

Gertrud, de Carl Theodor Dreyer (1964).-Acto II

ESCENA PRIMERA / GERTRUD, ERLAN JHANSON


Esta escena se desarrolla en dos escenarios, un parque y la casa de Erlan Jhanson, que se nos presenta en un flash back.

Gertrud llegando a su cita
Empezamos en el parque. Parece el típico lugar clandestino para las citas de los amantes. Sin embargo, el parque de la película tiene un aspecto idealizado, estilizado, que no parece propio de la clandestinidad. Un parque limpio y bien cuidado. Hay árboles y un gran estanque o lago. Sin embargo, en otros aspectos no parece vivo. No hay niños, ni gente yendo y viniendo, ni basura, ni mendigos. Está desierto. Es como un parque imaginario o soñado. Se oyen ruidos de pájaros, pero no se ven por ningún lado. Esos ruidos no son trinos melodiosos siempre, sino que a veces son sonidos estridentes y que a mí se me antojan como amenazadores. En este rincón de los amantes hay un banco y una estatua clásica de tamaño natural de una mujer desnuda.

Erlan espera a Gertrud, que ha añadido una capa corta y un sombrerito con velo a su atuendo anterior, apoyado en un árbol, símbolo de vida en cierta forma. Gertrud, que viene presurosa, dentro de la premura que en la película se acepta, que no es demasiada, coloca su bolso en el banco y se acerca a él. Mantienen esta conversación:



GERTRUD: ¿He tardado mucho?
ERLAN: Sí, demasiado.
GERTRUD: Perdóname amor mío
ERLAN: Lo intentaré.
(Se besan)
GERTRUD: ¿Me quieres, Erlan? Dímelo
ERLAN: Te quiero
GERTRUD: Dímelo otra vez
ERLAN: Te quiero
(Ella se separa un poco de él, parece que no muy convencida de la sinceridad de sus “te quiero”. Se apoya en el brazo del banco. Él se acerca a ella y se sitúa detrás. Le besa el cuello)
ERLAN: Te quiero…… (Ahora lo dice con más convicción para compensarla, supongo). Pero tenemos que hablar de esto muy seriamente ¿Que puedo significar yo para ti? Sería mejor que me dejases seguir mi propio camino
GERTRUD: Tú lo eres todo para mí. Eres mi nueva vida, aunque sea triste.
ERLAN: ¿Triste?
GERTRUD: Sí, para mí es muy triste tener que amarte así como te amo. A veces no te entiendo
ERLAN: Yo para ti sólo soy un capricho,…. Me enviaste rosas.
GERTRUD: Eran por tu primer concierto. Un ramo y una nota, pero sin respuesta ni agradecimiento
ERLAN: Recibí más ramos
GERTRUD: ¿Te acuerdas de…Aún recuerdas nuestro primer beso?
ERLAN: Me acuerdo de muchos besos: los primeros besos, besos rebosantes de pasión, besos que me dejaron casi sin aliento (no estoy yo muy segura de que se refiera expresamente a los besos de ella. Más da la impresión de que se refiere a todos los primeros besos que ha recibido de cualquiera, en general).
GERTRUD: Sólo pensaba en ti, Erlan. Cuando te vi por primera vez, supe que tenía que amarte.
ERLAN: Pero cuando te pido que seas mía, no consigo ninguna respuesta. Yo te quiero, pero tú tienes dudas.
GERTRUD: Ya no. Tú lo eres todo para mí….Aún no conocía tu voz. Tenía que escuchar tus palabras para saber si era amor lo que sentía por ti. Y un día fui a verte. Me pregunto cómo pude tener valor.
ERLAN: Fue una suerte que estuviera en casa.

Gertrud llegando a casa de Erland

(Ahora se produce un Flash back, con una luz más difusa y un blanco más intenso que en las escenas normales. Vemos a Gertrud dirigiéndose a casa de Erlan, por el pasillo de acceso. Llama a la puerta: toc, toc –dos rápidos toques. Erlan dice: “¿Sí? Adelante. Gertrud entra. Se nos presenta el escenario donde más tarde tendrá lugar la entrega amorosa. Hay un ventanal al fondo con unos visillos y en el alféizar un pequeño jarrón estilo oriental donde ella va a dejar un ramo de flores que trae en las manos. Dos perritos de porcelana flanquean el jarrón. En este momento no se ve claro, porque la cegadora luz de la escena lo impide. Es la luz del amor que todo lo ilumina y que siempre acompaña a Gertrud. Un banco se sitúa bajo la ventana a todo lo largo de ella. A un lado de la ventana hay una estantería con algunos libros. Al otro lado un pequeño escritorio donde descansan dos candelabros. En la pared de encima del escritorio una partitura grande enmarcada. En la que da a la puerta vemos un banco tipo chaise longue. Y en la contraria, se dispone un sofá de estilo con un espejo encima y una silla. Algunos cuadros, muy pocos, adornan las paredes Ella coge una partitura del banco de la ventana y se la lleva a él, sentado frente al piano. De pie, a su lado, Gertrud se pone a cantar. No median palabra. La melodía que interpretan tiene un velo de tristeza. La cámara hace un giro en redondo hasta acercarnos a los protagonistas delante del piano, del que cuelga una tela por el extremo de la cola. Sobre el piano también un quinqué Luego la cámara se vuelve a alejar al mismo plano inicial. El piano de cola ocupa todo el espacio central de la habitación. Al final del flash back Erlan enrolla la partitura y se la entrega a Gertrud. Veamos una imagen)


ERLAN: Cantaste muy bien, lo hiciste realmente bien…. Estoy muy cansado. Anoche estuve de juerga (se tumba en el banco del parque)
GERTRUD: Como siempre. ¿Es necesario para ser artista?
ERLAN: Para mí sí. Me gusta la noche. Estuve dando vueltas con unos amigos. Lo pasamos muy bien. Estuvimos por ahí hasta muy tarde. Volví a casa de madrugada. Jugamos a las cartas con unos tahúres. Eran un poco brutos, pero simpáticos
GERTRUD: ¿Tú también jugaste?
ERLAN: No, yo me quedé dormido. Estaba pensando en una melodía. Todavía la recuerdo. Compondría una sinfonía si tuviera valor para comenzarla
GERTRUD: Oh, Erlan, no deberías andar por ahí de café en café. Quédate esta noche en casa, ¿de acuerdo?
ERLAN: He recibido una invitación
GERTRUD: ¿De quién?
ERLAN: Un tipo que conozco. Le ha montado un apartamento a una chica. Se llama Constance. Lo inauguran esta noche y tengo que ir.
GERTRUD: No vayas
ERLAN: ¿Y por qué no voy a ir?
GERTRUD: Porque te lo pido yo
ERLAN: Yo también te he pedido algo y no te ha importado.
GERTRUD: Erlan, en tu interior hay más música de la que imaginas. Y quiere sonar. Pero si continúas así, esa música morirá; se perderá para siempre. Tus inspiraciones de taberna, empapadas en cerveza, no tienen ningún valor (eso es como decir: no necesitas más musa que yo, que te voy a hacer conocer la música de las esferas celestiales, el divino amor, chato ). Erlan te lo pido por favor; Erlan te lo suplico; te lo ruego como si me fuera la vida en ello: ¡no vayas!
ERLAN: Vivo como puedo y como quiero, lo llevo en la sangre. Aunque te lo prometiera, iría de todas formas,
GERTRUD: Sí…, sí, en ese caso no me prometas nada.
ERLAN: Llevo una vida intensa porque me gusta. Y mañana vuelta a empezar. Gabriel Lidman vuelve del extranjero por su aniversario. Cumple 50 años. Es todo un viejo. Como si cumplir 50 años fuera una hazaña.
GERTRUD: Allí nos veremos, yo también iré.
ERLAN: ¿También estará tu marido?´
GERTRUD: Sí
ERLAN: El político. Y muy pronto será ministro, lo que le faltaba (es poco respetuoso y un poco mezquino este chico. Pero ella, de delicados sentimientos, le para los pies)
GERTRUD: Cállate, Erlan. Estás hablando de un hombre que no conoces.
ERLAN: Perdona.
GERTRUD: Erlan, antes de venir aquí he tenido una larga conversación con él. Se lo he contado todo. He recobrado mi libertad. Ahora puedo hacer todo lo que quiera.
ERLAN: Eso significa que...
GERTRUD: Sí, ¿ves? Ya soy tuya, en cuerpo y alma. Sí, ahora. Erlan, por fin puedo ser tuya y solamente tuya, (juntan las frentes cerrando los ojos, ¿no es romántico?). Esta noche he tenido un sueño.
ERLAN: ¿Qué es lo que has soñado?
GERTRUD: Estaba corriendo porque me perseguían dos perros enfurecidos. Cuando al fin me han alcanzado, me he despertado. Y entonces he comprendido que estábamos solos en el mundo…….Dame tus labios (se besan). Adoro tus labios, Erlan
ERLAN: ¿Adónde quieres ir?
GERTRUD: A tu casa…, ven.

(Se retiran del parque para dirigirse a la casa de Erlan. El último fotograma es el de una estatua de una mujer desnuda, representación de la soledad de la mujer, y de Gertrud en particular, creo. Al llegar a casa de Erlan, él enciende las velas de los dos candelabros del escritorio. En otra escena posterior, Gabriel Lidman hará algo semejante. Ya lo veremos y lo compararemos)

ERLAN: Gertrud, ¿lo harás¿ Quiero decir que… si….
GERTRUD: Erlan, te quiero con locura, Si me preguntas si lo haré yo contestaré: sí, Erlan, lo haré porque confío en ti.
ERLAN: ¿Me amas lo suficiente?
GERTRUD: Nunca podría, nunca, amar a otro sino a ti. (El se agacha y se abraza a sus caderas). No podía seguir viviendo en este cuerpo si no fuera tuya
ERLAN: Extraña mujer… ¿quién eres realmente?
GERTRUD: Soy muchas, muchas cosas
ERLAN: Por ejemplo
GERTRUD: Soy el rocío sobre las hojas de los árboles. Y una nube blanca que vuela hacia un lugar lejano
ERLAN: ¿Qué más?
GERTRUD: Soy la luna, soy el cielo
ERLAN: ¿Algo más?
GERTRUD: Sí, unos labios…, unos labios que buscan a otros labios
ERLAN: Eso parece un sueño
GERTRUD: Es un sueño, la vida es un sueño
ERLAN: ¿La vida?
GERTRUD: Sí, la vida es una larga una larga sucesión de sueños que se van deslizando
ERLAN: Y qué dices de los labios (como diciendo: vamos a lo que vamos, y no te me pierdas en metafísicas)
GERTRUD: un sueño (mirada perdida, lejana, soñadora, lánguida.)
ERLAN: Los labios que buscabas
GERTRUD: También un sueño (se besan)… ¡Toca!
ERLAN: ¿Qué quieres que toque?
GERTRUD: Un nocturno
ERLAN: ¿De debussy?
GERTRUD: Mm, tuyo

"Soy unos labios que buscan otros labios....Un sueño"

(Ella va al que suponemos es el dormitorio. Los espectadores nos quedamos fuera. No entramos en su intimidad. Sólo la vemos a ella bajar el stor de la ventana. Luego la cámara encuadra la puerta de entrada al dormitorio, que queda abierta. La sombra de Gertrud se refleja, grande, en la pared, al lado de una solitaria silla, mientras se despoja de la blusa. De fondo, el piano desgrana su melancólica melodía de nocturno. Luego la cámara se dirige hacia Erlan, sentado al piano. Deja de tocar y se levanta. Va hacia la habitación y entra….)


¿Qué CONCLUSIONES saco yo de todo esto? Veamos:

  • En cuanto al carácter de ambos, Gertrud se nos muestra como una mujer leal. Ha coqueteado con el muchacho, pero no ha decidido entregarse en cuerpo y alma a él hasta no hablar con el marido y romper su lazo y compromiso. Su actitud con Erlan, por otro lado, parece el de la madre sensata y moralista que aconseja orden y mesura (en eso se nota que es algo mayor que él, aunque sólo sea unos años), aparte de la amante apasionada y entregada, que ése es otro cantar, y que también requiere cierta exclusividad, quizá con el anhelo de convertirse en su musa inspiradora. Erlan, por el contrario, tiene el ímpetu de la juventud que arrasa con todo, que no respeta edad ni jerarquías y que dice en cada momento lo que piensa. No sé si podría tacharlo de frívolo, despreocupado y perezoso. Puede que no tanto. Eso sí, le gusta la vida nocturna, trasnochadora, de artista bohemio rodeado de personas poco convencionales y de dudosa calaña moral: tahúres, cortesanas, etc., frecuentadores de cafés y tabernas. Acostumbrado al trato de ese tipo de personas, la delicadeza de Gertrud en cuanto a sus referencias al marido, puede que le sorprenda. Me imagino que otros affaires del chico no habrán tenido tantos remilgos para poner a parir al cónyuge. Del diálogo se deduce que ha estado azuzando a Gertrud para conseguir sus “favores”, aunque ella tomó la iniciativa en principio, algo poco común en la época. Una muestra de la franqueza, nobleza y ausencia de narcisismo en ella.

  • Ellos no parecen hablar el mismo “idioma”. Por un lado ella dice no entenderle, cosa que le causa tristeza. Y, por otro lado, él comenta que es una mujer extraña que no sabe muy bien cómo catalogar. Yo pienso que la única lengua o código común entre ambos es la música, arte que otorga cierta sensibilidad y profundidad a Erlan, si bien nos confiesa su falta de valor para sacar todo lo que lleva dentro de sí. El hecho de ese extrañamiento del uno hacia el otro, en parte también por pertenecer a distinto extracto social y generación, es posible que produzca malos entendidos que ya se están viendo. Él piensa que sólo es un capricho para Gertrud, la aventurilla de una casada, rica, ociosa e insatisfecha, aburrida de su matrimonio convencional. Ella por su parte, con su extremo y “eterno” idealismo, ve en él algo que, en realidad, sólo es un sueño, como bien subraya ella muy calderonianamente. Un espejismo, diría yo, pues lleva implícito un elemento de engaño. Tan espejismo como parece el lugar de sus encuentros en el parque. Se intuye en él un picaflor, gustador de aventuras galantes.

  • Ay, las palabras, cuán importantes resultan para las mujeres, o muchas mujeres, al menos. Ya se dice que se nos conquista con la labia o por el oído, incluyendo ahí el halago. Para algunas es fundamental escuchar un “te quiero” de los labios del que ama y hablar con él sobre sus sentimientos mutuos. Y esa “debilidad”, que es algo que suelen conocer los hombres, algunos suelen utilizarlo como una engañosa estratagema para la conquista. Gertrud, por ejemplo, decide amar a Erlan al verle (suponemos que antes ha escuchado su música), pero antes de saber si puede amarlo de verdad tiene que oír su voz, es decir: escuchar sus palabras, aunque supongo que también importa el tono. Ya la vemos en el parque pidiendo a Erlan la expresión repetida de su amor, que él no sabemos si manifiesta con sinceridad o no. Sin embargo, cuando ella va a su casa por primera vez, no hablan nada. Él sólo dice: “adelante”, para darle paso a la casa. Luego el lenguaje que les une es el de la música. El toca y ella canta. Yo creo e insisto en que esa es la “voz” de Erlan que le ha llegado al alma a Gertrud, la de su música, que ella quiere salvar de su desidia.

  • El sueño y la realidad: Voy a ver si pongo un poco de orden en este tema. Por un lado tenemos la consideración de la vida y la realidad como sueño. Y por otro lado está el mundo onírico, de los sueños. Ambas concepciones del sueño se interrelacionan aquí. Gertrud ha tenido un sueño que a mí me parece aterrador: dos perros enfurecidos la perseguían y, cuando la han alcanzado, ha despertado. Los perros representan la realidad, personificada, creo yo, en los hombres. Los dos hombres de su vida han sido, hasta ese momento, Gabriel Lidman y su marido. Y ambos son vistos, en su inconsciente, como dos perros furiosos, que imagino que no perseguían otra cosa que “comer” su blanca carne. Esta estampa onírica luego se ve figurada en una pintura o un tapiz enorme que adorna una de las paredes del paraninfo de la Universidad, en una escena de la película que ya se verá. En esa pintura se ve una mujer bella, de piel de alabastro, desvalida e indefensa en su desnudez, rodeada de una jauría de perros. Resulta terriblemente obscena, incluso, si se piensa bien. Sin embargo, Gertrud no nos habla de esto, sólo dice que al despertar, su conclusión respecto al sueño es que estamos solos. Es decir, en la realidad no encontraremos a nadie que nos acompañe en nuestros ideales. Su ideal del amor absoluto, representado en una mujer desnuda, es acosado por la realidad, que sólo desea destruirlo, desgarrarlo, como un perro furioso. Así, sólo nos queda soñar. La vida se convierte en un sueño. Aquí os dejo la imagen que digo.

  • Relacionada con esa concepción de la vida como un sueño, está la definición que Gertrud hace de sí misma. La primera vez que escuché su enumeración me pareció una gran cursilada de la chica. Pero luego, todo ha tomado sentido y ya no me parece tan cursi. Ella está diciendo: soy lo que sueño (o imagino). Por un lado sueña ser una gota de rocío, una nube que se aleja. Una gota de rocío se destruye si se toca. Ambos elementos resultan inasibles, inalcanzables, tan inalcanzables como ella en la perfección y el absoluto de su ideal amoroso. Por otro lado, afirma: soy el cielo y la tierra, o sea que el amor, ella, lo es todo, lo ocupa todo. Pero no hay hombre que pueda dar la talla a semejante exigencia. Es una película que huele mucho a PLATONISMO, no en la consideración vulgar que tenemos de amor no consumado físicamente, pero sí de amor no correspondido y de ideal absoluto. Bueno, más que platónica, NEOPLATÓNICA, por dos consideraciones, no sé si rebuscadas, que voy a contemplar:

1.- Los labios y los besos: hay una identificación mística del beso (“adoro tus besos”-dice Gertrud). Para ella el beso es una consumación más cabal del amor que el mismo ayuntamiento carnal. En la consideración neoplatónica, y así lo decían en El Cortesano, de Baltasar de Castiglione, el alma salía de la boca de uno, para anidar parte de su esencia en el alma del otro. Nos encontramos aquí con el epítome del amor sagrado en el más alto nivel que se le permite al mortal. Seguiremos insistiendo en este tema posteriormente.

2.- La imagen que he puesto un poco más arriba, donde se ve la sombra de su ella despojándose de su vestido, a mí me recuerda al mito de la caverna. Es decir, los espectadores sólo podemos contemplar la idea absoluta que ella representa a través de su sombra reflejada en la pared, Esto quizá sea un poco rebuscado, pero si os fijáis un poco veréis que hay un cuadrito iluminado que tiene un motivo griego, ¿no es para acordarse de Platón? Y si me apuras, la capa que lleva ella en la escena del parque tiene en el filo una cenefa geométrica también de reminiscencias griegas. La estatua del parque, también recuerda a una escultura clásica griega.



ESCENA SEGUNDA / MONÓLOGO INTERIOR DE GUSTAV KANIM EN UN COCHE DE CABALLOS


GUSTAV (pensando): Mientras volvía del sindicato he pensado mucho en todo esto.
Hay personas que se pasan toda su vida soñando, mientras que otras desbordan actividad. La vida se nos escapa lenta e inexorablemente independientemente de cómo la vivamos. Me preguntaba cómo es posible que esté a punto de perder lo que más quiero en el mundo sin saber por qué…Eso me ha hecho recordar dos versos:

“Guarda bien el tesoro que dios te ha entregado
Y no lo dejes escapar”.

Nunca cuidamos lo suficente aquello que no querríamos perder. De repente deseaba ver a mi mujer; deseaba pasear con ella como lo hacíamos en nuestras noches felices. Eso me ha dado una idea: iré a buscarla a la ópera.

Cuando llega al Kongl Theatre, donde representan Fidelio, habla con el portero.

Cartel de la ópera "Fidelio" a la puerta del teatro
PORTERO: ¿Puedo ayudarle en algo señor?
GUSTAV: Había venido a buscar a mi mujer, pero veo que ya se ha ido
PORTERO: La señora kanim no ha venido esta noche.
GUSTAV: ¿Está seguro?
PORTERO: Sí. Y he estado aquí toda la noche.
GUSTAV: ¿Conoce a mi mujer?
PORTERO: Claro que conozco a la señora kanim; la he visto muchas veces.
GUSTAV: Tenga (le da una propinilla).
PORTERO: Gracias.

Estas reflexiones de Gustav están genialmente imbricadas con un tema del anterior diálogo: la realidad y el sueño. Gertrud, como hemos visto antes vive en su mundo de sueños, el sueño del amor. Gustav, por el contrario es un hombre práctico, realista y activo. No hay forma de que ambas cosas puedan casar bien.

El pobre Gustav, además, se ha dado cuenta de que ha descuidado mucho a su mujer. Quiere poner remedio, pero nos tememos que ya será demasiado tarde.



ESCENA TERCERA / GERTRUD Y ERLAN JHANSON EN CASA DE ERLAN



Nuevamente estamos en casa de Erlan. Gertrud sale del dormitorio. Erlan va vestido con un batín de casa. Ella está vestida de calle y a punto de salir. Erlan le ayuda a ponerse su capa. Se produce un juego de correspondencias de gestos durante este diálogo que produce la impresión de una correspondiencia más interna y profunda en el amor. Primero él enciende un cigarrillo y se lo pone a ella en la boca. Ella por su parte, posa un beso en las yemas de sus dedos y acaricia con ellos los labios de él. Luego, cuando ya está ella en la puerta, los gestos se intercambian: ella pone el cigarrillo en la boca de él y él las yemas de sus dedos besadas sobre los labios de ella. El diálogo es el siguiente:


GERTRUD: Oh, Erlan, aquí en tu casa he vuelto a la vida No sé cómo decirte lo feliz que soy
ERLAN: Has vuelto a ser tú misma.
GERTRUD: Sí. Y ahora vamos a vivir juntos.
ERLAN: ¿Crees que podremos hacerlo?
GERTRUD: Sólo sé que te quiero. Oh, Erlan, todo mi amor ahora es para ti.
ERLAN: Gertrud (dice cariñosamente),

Cuando ella está a punto de salir de la casa, empiezan a sonar las campanillas, dando por finalizado el acto, no sin antes dirigirse unas últimas palabras.
GERTRUD: Erlan
ERLAN: ¿Sí?
GERTRUD: ¿Acudirás a esa fiesta en casa de Constance?
ERLAN: Claro, tengo que ir.

Ella no pone mala cara, sino más bien de complicidad y desaparece del plano. Él la observa a través del visillo de la ventana y le dice adiós con la manita.

Me pregunto si los dos perritos de porcelana que están encima del alféizar de la ventana son simplemente decorativos o tendrán que ver con los perros del sueño de Gertrud. Estos, desde luego, no parecen furiosos, sino todo lo contrario, se ven tiernos e inofensivos. Quizá es que se hayan calmado con el amor que acaba de consumarse

En el letrero correspondiente al final del segundo acto leemos, por último:

UNA LUZ ACABA DE NACER EN TU CORAZÓN. UNA LUZ QUE CALIENTA Y ENSANCHA TU MUNDO. PERO LA FELICIDAD NO TE TRAJO LA PAZ INTERIOR. AHORA PROTEGES TEMEROSA TU AMOR ENTRE EXTRAÑOS QUE NO SABEN NADA

0 comentarios: