10 abril 2011

Gertrud, de Carl Theodor Dreyer (1964).-Acto III

LA GALA EN LA UNIVERSIDAD

ESCENA PRIMERA / LOS DISCURSOS DEL ESTUDIANTE, GABRIEL LIDMAN Y GUSTAV KANIM

Homenaje a G. Lidman, el poeta, por su cincuenta aniversario

El discurso del estudiante que dirige la "soldadesca" de alumnos

En la sala de lo que me figuro es el Paraninfo de la Universidad están dispuestas unas mesas largas, vestidas y adornadas con centros de flores, preparadas para la cena- celebración. Enfrente de las mesas, unas escaleras laterales dan acceso a una especie de galería, arcada o terraza porticada, que recorre horizontalmente toda la sala en un nivel superior. La cámara da un paseo rápido por el escenario. Los invitados, vestidos con sus más elegantes ropajes para la ocasión, están ya presentes, colocados en sus respectivos asientos. Unos camareros sirven las bebidas y retiran platos. En la mesa central, emplazada en un plano más alto que las demás y bajo una especie de palio o dosel (o como se llame) se sitúan las tres personalidades que presiden el acto, que lucen sus condecoraciones oficiales en sus trajes de gala: el Rector en el centro; Gabriel Lidman, el homenajeado, a la derecha del Rector y Gustav Kanim, el que pronunciará el discurso panegírico de Lidman, a la izquierda. Un bedel con librea sube a avisar a la banda universitaria (una especie de tuna al estilo nórdico, con sombreros que parecen de oficial de marina y las típicas cintas colgando de los hombros), que, inmediatamente, hace su paseíllo a ritmo de redobles de tambor hasta llegar delante de la mesa principal. Los estudiantes, con paso marcial, van cantando algún tipo de himno o marcha tradicional. Llevan antorchas encendidas y el que va en medio porta un pendón en el que se inscribe la imagen de lo yo creo que es algún rey laureado (ni idea), padrino de la “tuna” cuanto menos; imagen rodeada de una cinta de hojas que termina en su parte inferior con un historiado lazo típico de ese tipo de estandartes, insignias u objetos heráldicos en general. El año que luce en su margen derecha el pendón es el 1883. Una joven vestida de blanco, desde la escalera, “hace que saluda” a la “soldadesca” universitaria, con un pañuelo grande, acompañando al canto. Una representación muy lograda de algo que a mí me recuerda al “marchábase el soldado, cuando al mozo le salió a despedir la moza que le amaba…” Cuando terminan de cantar, el estudiante que dirige la banda, con unos gestos protocolarios realizados con su “superbatuta” o bastón de mando (no sé cómo se llama el artefacto), da paso a un estudiante “aventajado” que suelta un discurso delante de Gabriel Lidman. El discurso reza así:

EL ESTUDIANTE “Querido Gabriel Lidman (dos puntos) Hemos venido aquí en nombre de los estudiantes y la juventud para aclamar al gran poeta del amor. La mayoría de los jóvenes han sido educados por padres cuya vida está llena de prácticas y costumbres que quedan muy alejados de lo que puede considerarse amor. Los miembros de la generación que nos ha precedido, consideran el erotismo como algo sucio o simplemente como algo que había que evitar. Usted no comparte esa concepción del amor. Para usted, el verdadero amor sólo es posible cuando se produce la unión de los corazones y los sentidos. Sus ideas nos devuelven la mejor de nuestras tradiciones. En una de sus obras más importantes, su “Himno al amor”, ha descrito el amor profundo, el aprecio y la dulzura divina. Con su permiso citaré algunos versos:

“Ella le ofrecía sus labios…ambos se fundieron en un abrazo eterno. El creía que flotaba en medio de la niebla. De pronto aparece una estrella roja y sin brillo. Poco a poco se ilumina, se hace más y más luminosa, hasta transformarse en un brillante río de fuego; un fuego que arde sin pena ni dolor, en este éxtasis erótico.” Ahí está la grandeza de su concepción del amor y del erotismo. Un amor que nunca ha conocido obstáculo, límite ni frontera alguna. Ése es el tipo de amor que todos anhelamos; ésa es la clase de amor que ha creado al mundo y al hombre.”

El estudiante termina su alocución. Aplausos en la sala. Lidman se levanta, entonces, siguiendo el protocolario turno establecido, para pronunciar su discurso y dice:

GABRIEL LIDMAN: “Hay dos cosas primordiales según mi criterio, y que son mucho más importantes que las demás. Esas dos cosas son el pensamiento y el amor. Del amor ya hemos hablado hace un instante. En cuanto al pensamiento, habría también mucho sobre lo que profundizar, largo y tendido. Para tener pensamientos nobles es imprescindible tener valor; valor para exteriorizarlos y compartirlos. A mi modo de ver, son los pensamientos nobles los que nos conducen a la Verdad, a la verdad en esencia, y sin reservas. En la insistente búsqueda de esa verdad, mientras recorremos en la vida ese camino largo y tortuoso, hay que ser fiel a uno mismo. Tengamos el coraje de pensar con justicia. Recordemos las palabras del filósofo francés: un alma leal no necesita esconder sus pensamientos”. Gracias.” (Gertrud es leal y, sin embargo, se ve obligada a ocultar su amor).

Aplausos de nuevo del elegante auditorio. Hay que reconocerles que no se han extendido en sus discursos, y eso siempre es de agradecer en estos actos. La banda se dispone a irse por donde ha venido, con sus redobles de tambor, sus cantos y sus antorchas, porque ya ha chupado suficiente cámara. Ahora son dos chicas las que están con los pañuelitos en las escaleras dramatizando la canción, que seguramente habla algo de despedidas y tal.

Llegamos al momento del discurso de Gustav Kanim, con lo cual éste se levanta, se estira el chaleco y la levita y empieza a contar y a “cantar” las bondades de Gabriel Lidman.

GUSTAV KANIM: “Ilustrísimo Rector, damas y caballeros. Es para mí un gran honor que me ofrezcan la oportunidad de poder hablar esta noche de mi viejo amigo Gabriel Lidman. Gabriel Lidman es el aristócrata de nuestros poetas. Le caracterizan su franqueza y honestidad, virtudes que defiende contra viento y marea. Desaprueba a los mediocres aunque se escondan bajo una correcta apariencia noble. Su naturaleza está fuera de lo común; una extraña forma de ser. Su rostro refleja serenidad…(la cámara va ahora hacia Gertrud, que empieza a sentirse indispuesta, no sabemos si por el tremendo hastío y aburrimiento que le provocan los institucionales discursos para dar jabón al homenajeado o porque no ha llegado su amado Erlan Jhanson, que le dijo que estaría allí. El vecino de mesa de Gertrud se interesa por su estado de salud. La acompaña fuera de la sala para que se le pase el malestar. Un bedel les ubica en una sala contigua y ella toma asiento en un sillón de estilo. El discurso de kanim, por su lado, sigue adelante)… especialmente cuando se encuentra entre amigos. Cuando habla lo hace con un tono dulce parecido al de sus poemas, pero nunca resulta patético. Se expresa con prudencia…. A veces es irónico, pero nunca emplea una ironía mordaz. Él adora el silencio, su fuente de inspiración es el silencio. Así es Gabriel Lidman, Cada una de sus frases es como el filo de una espada. La pobreza en el vocabulario, las conversaciones insustanciales, la vaguedad en la expresión es algo, algo que le produce repugnancia. Rechaza sistemáticamente el sentimentalismo carente de contenido o simplemente vacío....”

ESCENA SEGUNDA / GERTRU, AXEL NIGREM Y GUSTAV KANIM


Gertrud y Axel charlando distendidamente

La acción de la película se traslada a la sala donde han llevado a Gertrud debido a su indisposición para que no la molesten. Es un salón amplio, de apariencia lujosa. Aunque la película es en blanco y negro, se intuye que el dorado es el ornato más abundante en los acabados de los muebles, paredes, puertas y filamentos de los tejidos, lo que contribuye a la sensación de estilizada frialdad del ambiente. Las puertas son grandes con molduras rectangulares. Varios juegos de tresillos y sillones, con tapizados de terciopelo, brocado o seda se distribuyen por ella, acompañados de mesitas centrales. Algunas alfombras visten el suelo. Aún así, todo se ve austero, sobrio y algo árido dentro de su elegancia Un bedel informa a Gertrud de que el profesor Nigrem desea verla y le hace pasar. En el fondo sigue resonando la voz de Gustav, repitiendo las mismas palabras que hemos oído antes. Es como un eco vacío de contenido, hueco. Gertrud y Axel Nigrem mantienen el siguiente diálogo:

GERTRUD: ¿Tú por aquí, Axel?
AXEL: Sí
GERTRUD: Creía que estabas en Paris
AXEL: Sí, lo estaba. Pero he vuelto por la celebración de Lidman,¿comprendes?
GERTRUD: Has sido muy amable viniendo a verme.
AXEL: Bueno, me han comentado que tenías un terrible dolor de cabeza. Yo sé lo que es eso y siempre voy preparado. Son unas píldoras fantásticas, son estupendas
GERTRUD: ¿De qué son?
AXEL: Son un compuesto especial
GERTRUD: ¿Son de Paris?
AXEL: Sí, todos los actores de Paris las conocen… ¿Sería tan amable de traernos un vaso de agua fría? –se dirige a una camarera-.
(Al invitado que había ayudado a Gertrud, visto que ya no es necesaria su presencia, ella le da la venia para que se marche -lo larga, vamos-. El hombre se retira discretamente a la sala de celebraciones. Le traen el agua y Gertrud se toma la píldora)
AXEL: ¿Y bien?
GERTRUD: Gracias ya me siento mucho mejor. Oh, Axel, me alegro mucho de volver a verte. No has cambiado en absoluto.
AXEL: Tú tampoco. Sigues teniendo esa aura mágica
GERTRUD: Mm. La última vez que nos vimos estabas trabajando en un libro.
AXEL: Sí, un libro que hablaba de la libertad de expresión.
GERTRUD: Me alegro de que sigas creyendo en la libertad de expresión, Axel. Mi padre era un tremendo fatalista. Nos enseñó que todo estaba predeterminado en la vida. Recuerdo que tú decías: “querer es elegir”. Pero papá decía: “Uno no puede elegir, todo lo eligen por nosotros. Uno no elige ni a su mujer ni a sus hijos; todo nos lo dan. El destino elige por nosotros. Es el destino quien lo determina todo.
AXEL: Ya sabes lo que pienso de todo eso
GERTRUD: Sí, y yo prefiero elegir a mis maridos por mí misma
AXEL: ¿Maridos en plural?
GERTRUD: Sí… ¿Vienes de París?
Axel sonríe
GERTRUD: ¿A qué te dedicas allí?
AXEL: A estudiar
GERTRUD: ¿Psicología?
AXEL: Sí, y psiquiatría; son campos complementarios
GERTRUD: Debe de ser apasionante
AXEL: No está mal. Somos un equipo de cinco o seis personas. Trabajamos todos juntos.
GERTRUD: ¿Cómo?
AXEL: Nos hipnotizamos los unos a los otros. Hacemos experimentos con la mente. Hemos encontrado una mujer que tiene un sexto sentido, es un fenómeno increíble. A veces discutimos; en ocasiones tenemos fuertes peleas
GERTRUD: ¿Sobre qué?
AXEL: Sobre distintos temas: psicosis, neurosis, sueños, símbolos.
GERTRUD: No sabes cómo te envidio
AXEL: Ven a verme a París cuando quieras, te divertirías
GERTRUD: No dudo que lo haría pero… (en ese momento ve el cuadro detrás de ella. El que representa a una mujer rodeada de perros y se sobrecoge un poco). Esa pintura, ese sueño; anoche tuve ese sueño…….El abogado kanim ya habrá terminado su discurso. En seguida estará aquí… Me alegro mucho de volver a verte, Axel. Es una pena que tengas que irte tan pronto (pongo la fotografía).


(Aparece Gustav Kanim)
GUSTAV: ¿Cómo te encuentras Gertrud? ¿Ya no estás enferma?
GERTRUD: Ahora me siento mucho mejor. Y todo gracias a una píldora contra el dolor de cabeza que me ha dado Axel
GUSTAV: Muchas gracias por cuidar de ella
AXEL: Bueno. No tiene ninguna importancia. Hasta la vista…y pórtate bien –dirigiéndose a Gertrud-
GERTRUD: Adiós, Axel. Espero que volvamos a vernos muy pronto
(Gertrud se levanta y se vuelve a sentar en otro sillón en medio de la sala, por cambiar un poco de plano, que el otro ya ha cumplido su misión. Gustav toma asiento en un sofá contiguo,
GUSTAV: Gertrud, tengo que hablar contigo y no puedo esperar. Ayer por la noche tu puerta estaba cerrada.
GERTRUD: Necesitaba dormir.
GUSTAV: Eso es imposible.
GERTRUD: ¿Por qué?
GUSTAV: Cogí un coche. Fui a buscarte a la ópera.
GERTRUD: ¿Estuviste en la ópera?
GUSTAV: Eso no es lo que te preocupa. Lo que quieres saber en realidad es si te vi en la ópera. ¿No es así? No dices nada para no mentir. En realidad no estuviste ni en casa, ni tampoco en la opera: esa es la verdad
GERTRUD: Gustav, ¿es necesario hablar de eso? ¿Crees que sirve de algo?
GUSTAV: No. Pero al menos quiero que sepas que si fui a la ópera no fue con intención de espiarte, sino porque estaba desesperado, desesperado porque quieres abandonarme.
GERTRUD: Por favor, no hablemos más de eso.
GUSTAV: Contéstame GERTRUD: ¿dónde estuviste ayer?
GERTRUD: Gustav, creo que deberías comprender que después de la conversación de ayer esa pregunta es absurda.
GUSTAV: Soy tu marido Gertrud. Sigo siendo tu marido
GERTRUD: No te reconozco. No sé quién eres. ¿Eres tú quién me habla así?
GUSTAV: Ayer, cuando me dijiste que ibas a la ópera, ¿eras consciente de lo que hacías?
GERTRUD: Sí, sabía lo que hacía, era consciente. Si no te dije la verdad, fue por no hacerte daño, no por cobardía. No quería herirte. Sabes que yo soy sincera.
GUSTAV: Sí, ya lo veo. Ninguna mujer debería ser tan sincera. Pero no dejaré que te vayas, puedes estar segura
GERTRUD: ¿Piensas encerrarme? Sé razonable.
GUSTAV: Pasarás la noche conmigo, la última noche. Luego podrás irte, adonde quieras. Incluso podrás caer en la deshonra, si eso es lo que quieres.
GERTRUD: No sabes lo que dices, Gustav. Voy a descansar un poco. Adiós

COMENTARIO PERSONAL


- El RIGOR INSTITUCIONAL: en estas dos escenas nos encontramos ante lo que yo llamo el “rigor institucional” en dos ámbitos: en el académico y en el del matrimonio, respectivamente (los perros en el sueño de Gertrud y en el cuadro que la ha sobrecogido).

Asistimos en la primera a un acto protocolario con toda su parafernalia de discursos grandilocuentes, llenos de palabras magníficas: Amor, Verdad, Nobleza…, y de altos ideales, que suenan vanos y afectados en ese contexto. El panegírico pronunciado por Gustav Kanim, encomiando a Gabriel Lidman, presupone en los hombres de letras una clase superior que desprecia a los mediocres, a los que no tienen vocabulario suficiente, ni declaman grandes “verdades sustanciales”, o sea al vulgo, que no es como ellos, ni mucho menos, los sublimes aristócratas de la cultura y del pensamiento. Los “uniformes” de gala, las condecoraciones, la formalidad y envaramiento ceremoniales, el desfile de los estudiantes que parecía el de una banda de soldados al ritmo de la marcha de su regimiento, nos presenta el mundo académico como una esfera cerrada, conservadora, jerárquica, tradicional… (el mismo estudiante en su discurso habla del amor erótico en términos de “recuperar la mejor de nuestras tradiciones”). En conexión con esta cuestión podemos distinguir dos asuntos engarzados entre sí:

*Libertad frente a conservadurismo y determinismo:
*El abismo generacional.

La generación anterior, la de los padres, portadora y responsable de la ideología vigente, se presenta como una generación conservadora y/o determinista, tanto en el discurso del estudiante “avanzado” como en el diálogo de Gertrud con Axel, aunque en principio no tenga nada que ver un concepto con otro. Sin embargo, yo creo que aquí están relacionados ambos. El estudiante, con sus hormonas a flor de piel, nos dice que la generación precedente a ellos consideraba el sexo como algo sucio. La nueva generación, tradicional y evolutivamente opuesta a la de sus ancestros, aunque sólo sea en algún aspecto aislado y al menos por un sentido de rebeldía ante la autoridad, quiere recuperar el gusto por el erotismo en las relaciones, y reivindica la unión del amor y del sexo, o en términos del chico, de los “corazones y sentidos”, como la clave fundamental para la vida.

Luego Gertrud comenta que su padre la educaba en el determinismo, en la creencia de que todo estaba ya prefijado de antemano, ante lo cual no hay posibilidad de rebeldía ni de lucha, sino que lo que cabe es la resignación, la aceptación y el estancamiento, elementos que, al conformar el carácter, entiendo que lo definen y confieren como conservador. Sin embargo, por un lado, el estudiante cree en la posibilidad de cambio en las mentalidades y lo demanda en relación al juicio social sobre el sexo. Por otro lado, Gertrud y Axel creen en la libertad de elección. Axel piensa que “querer es elegir” y Gertrud afirma su preferencia por elegir a sus “maridos” por sí misma (esto de los “maridos” en plural lo comento después). Gertrud en este sentido se muestra como “joven” y “rebelde”, persiguiendo el amor por encima de los prejuicios y de los credos sociales dominantes. Por eso su amigo Axel antes de irse le dice, como un guiño simpático: “… y pórtate bien”, como se le aconsejaría a una adolescente traviesa y díscola.

Los breves diálogos de Gertrud con Axel, uno ahora y otro al final de la película, son quizá los más distendidos, una muestra de entendimiento y afecto amistoso.

El otro ámbito del rigor institucional es el del matrimonio. Gustav manifiesta en la segunda escena su postura más rígida y conservadora. Si recordamos, antes de casarse con Gertrud le propuso la separación en el caso de que alguno de los dos se enamorara de otra persona. Sin embargo, ahora adopta su posición de marido y, como tal, en su valoración de los derechos y prerrogativas que le confiere ese status, se considera casi “dueño” de ella. Viendo que no le sería posible retenerla a la fuerza, para hacer valer su jurisdicción, en una última y desesperada prueba de fuerza coactiva, le exige pasar con ella la noche. En este caso no apela al amor que siente, sino al débito conyugal. Por supuesto, Gertrud no acepta tal imposición, en la que ni siquiera reconoce a su marido, que hasta este momento ha mostrado su cara más comprensiva y “liberal”.

En la forma de pensar común hasta no hace tanto tiempo, una mujer que abandonaba sus deberes matrimoniales para ir en pos del amor, era considerada una perdida, una adúltera depravada. Se le cerraba la entrada a los círculos sociales y era repudiada y desterrada, pudiendo ser víctima de todo tipo de desaires, como una típica Ana Karenina, Y esa es la mentalidad de la que hace gala Gustav cuando le dice: “…podrás caer en la deshonra..”. Sin embargo, para Gertrud, cuyo pensamiento es de muy distinta índole, el amor es sagrado y consagra todo lo que toca, incluida la entrega física. Por eso ella habla de maridos en plural, porque aunque se ha casado sólo una vez, también considera maridos a sus dos amantes. Digamos, que el sacramento no es el matrimonio, sino el amor, que bendice y santifica la unión de los que contraen un compromiso en su nombre, una unión mística.

En la escena con Axel, que estudia psicología y psiquiatría, se habla de los sueños, los símbolos, en proverbial relación con el sueño de Gertrud, alguno de cuyos perros han mostrado sus dientes en estas escenas. Pero ya comenté antes el significado que le otorgo, por lo que no insisto



ESCENA TERCERA / GUSTAV KANIM, GABRIEL LIDMAN, GERTRUD Y ERLAN JHANSON


(Entra Gabriel Lidman y habla con Gustav)

GABRIEL: Ah, estás ahí, ¿cómo se encuentra Gertrud?
GUSTAV: Ya se siente mucho mejor. Se está recuperando. Pero hablemos de ti, ¿qué tal te encuentras aquí en tu patria natal?
GABRIEL: Bueno, mi patria no está mal, aunque todo ha cambiado en estos años. Pero la gente no ha cambiado. La gente sigue igual, Kanim. La gente sigue siendo la misma. Por desgracia, anoche estuve con malas compañías, gente que no te recomiendo. Pero la compañía no tiene mucha importancia, Estaba allí para divertirme, aunque fuera entre desconocidos; gente a la que no doy ninguna importancia... (se quedan callados un rato, prestando atención a una música que suena, la de Erlan Jhanson, suponemos). ¿De qué estábamos hablando? ¿Sabes?, quiero volver a Roma. Allí me siento más a gusto. Por cierto, he oído que vas a ser ministro.
GUSTAV: Eso dicen por ahí. Si creyésemos todo lo que dicen los periódicos.
GABRIEL: ¿Por qué no? Siempre hay que creer en algo.

(Viene un lacayo para decir que el Ilustrísimo Rector requiere la presencia de Kanim para hablar con él. Kanim atiende el requerimiento y sale.)

(Entra Gertrud en la sala. Gabriel se dirige a ella).

Gertrud y Gabriel Lidman algo mohínos por las noticias sobre Erland


GABRIEL: Ven, siéntate aquí (otro sofá cerca de la puerta). Sigues siendo muy joven. Pareces una recién casada… Oh, sí
(Gertrud toma asiento)
GERTRUD: Oh, la luz me hace daño en los ojos (qué delicada está la señora. Gabriel se levanta para apagar una lámpara y vuelve a sentarse a su lado). ¿Te ocurre algo? No pareces muy contento.
GABRIEL: Estoy bien. Sólo que ayer por la noche estuve con malas compañías. Pero qué más da eso. Este mundo no es más que un tránsito. El mundo no significa nada.
GERTRUD: Antes en cambio lo esperabas todo de la vida. Tenías confianza, esperabas muchas cosas. Ahora te has convertido en un hombre famoso y dices que el mundo no significa nada. ¿Qué ha ocurrido desde entonces, Gabriel?
GABRIEL: Oh, sí, de repente me siento viejo. Aquí me siento como un extraño. Me pregunto por qué he vuelto.
GERTRUD: Yo iba a hacerte precisamente la misma pregunta.
GABRIEL: Creo que sentía algo de nostalgia, sobre todo de una calle; una calle por la que paseaba por frecuencia. Un día, hace años, lloré en esa calle a plena luz del día.
GERTRUD: Sí, yo también he llorado mucho. A veces es un gran alivio. Pero dejémoslo; hablemos de algo diferente. Has vuelto como un auténtico triunfador
GABRIEL: Triunfador… Sí. Creo que no estamos hablando de lo mismo. He perdido la única batalla que me importaba en realidad. Gertrud, ¿por qué me abandonaste? Pero es mejor que no hablemos de eso. Decía que anoche estuve con malas compañías. Unos amigos me convencieron para que fuera a una fiesta a casa de una señorita, ya sabes, una señorita de esas de moral un tanto dudosa, Constance.
GERTRUD: En la calle Flora.
GABRIEL: ¿Cómo lo sabes?
GERTRUD: Bueno, he oído hablar de ella. Es bastante conocida.
GABRIEL: Ya. Hombres sin duda mucho más sabios que yo se sentaron a la mesa de las cortesanas.
GERTRUD: Bien. ¿Y qué pasó después? Has despertado mi curiosidad.
GABRIEL: ¿Qué es esa música que tocan? No la conozco.
GERTRUD: “El canto de la noche”, de Erlan Jhanson.
GABRIEL: Ah, sí. Ya lo recuerdo. Lo he oído en Roma. Sentí una intensa emoción cuando supe que el autor de la melodía era un compatriota. Es una buena melodía.
GERTRUD: Sí, es muy bonita. Tenía entendido que Erlan Jhanson iba a tocar aquí esta noche.
GABRIEL: Sí, eso creía. Pero no tiene importancia. En realidad no me gusta demasiado.
GERTRUD: ¿Le conoces?
GABRIEL: Sí, por desgracia. Hubiera preferido no conocerle.
GERTRUD: ¿Ah sí? ¿Dónde le conociste? Yo también le conozco
GABRIEL: Gertrud, Gertrud, ¿por qué me abandonaste?
GERTRUD: Oh, un momento, un momento, no cambiemos otra vez de tema. Creía que querías hablarme de la fiesta de anoche.
GABRIEL: Anoche conocí a Erlan Jhanson. Llegó tarde. Era uno de los invitados.
GERTRUD: Ah, sí. Tú por lo que veo no les haces ascos a las cortesanas. Él también puede hacerlo, ¿no?
GABRIEL: Sí, por supuesto. Y no le critico por ello. Pero pide a los demás que no vayan contando por ahí lo que hacen.
GERTRUD: ¿Por ejemplo?
GABRIEL: Presume de tener muchas amantes.
GERTRUD: Sí, es verdad, eso no está bien.
GABRIEL: No. Bueno, en aquel ambiente de alcohol, juego y adulterio no tuvo ningún miramiento en sus palabras. Hablo en voz alta de su última conquista (Gertrud, claro). Incluso dijo su nombre, el nombre de su amada (Gabriel se levanta y se pone detrás del sofá). Gertrud, he cometido un error contándote esto.
GERTRUD: No lo sé, ya no estoy segura... No, da igual
GABRIEL: Tenía que decírtelo. Me parecía necesario, necesario.
GERTRUD: Sí, sí era necesario…..Oh, Gabriel, ayúdame a comprender todo esto.
GABRIEL: Yo tampoco lo comprendo. Ni siquiera yo soy capaz de comprenderlo. Es algo difícil de entender, muy difícil de entender.
GERTRUD: Debía de estar trastornado
GABRIEL: No, no creo que fuera eso. Pero había bebido mucho y es muy joven.
GERTRUD: Sí, sí. Es demasiado joven
GABRIEL: Y pertenece a otro ambiente
GERTRUD: Sí…, sí
GABRIEL: Gertrud, ¿romperás con él por esto?
GERTRUD: Yo le quiero. Yo le quiero tanto.
GABRIEL: Pero es una locura, Gertrud.
GERTRUD: Sí
GABRIEL: Tú eres la que decide. Nadie puede aconsejarte
GERTRUD: No….Yo ya sabía que era una locura. Pero tenía… tenía tan poco que perder, Gabriel. Había un vacío tan grande en mi vida y me sentía tan sola.
(Gabriel se vuelve a sentar a su lado en el sofá)
GABRIEL: Anoche mi vida quedó hecha pedazos. Cuando ves que la juventud arrastra por el barro lo que más amabas. Cuando ves arrastrado lo que más amabas en el mundo, de repente empiezas a sentirte viejo. Oh, Gertrud, ¿por qué hemos tenido la desgracia de encontrarnos de esta forma? Las cosas nunca ocurren como uno las imagina.
GERTRUD: Entonces, ¿de qué forma te las imaginabas, Gabriel? (Gabriel, el sensible poeta, se pone a llorar, aunque me temo que no nos conmueve). Gabriel, Gabriel, te lo estás tomando demasiado a pecho. No, no te vayas, no, por favor, no te vayas (pero Gabriel se va).

(Entra Gustav Kanim con Erlan Jhanson)
GUSTAV (todo ceremonioso): Gertrud, el Ilustrísimo Rector me ha dicho que esperaba tener el placer de oírte cantar esta noche.
GERTRUD: ¿Y tú qué le has contestado?
GUSTAV: Le he dicho que intentaría convencerte para que cantaras. Pero que, de todas formas, no le prometía nada
GERTRUD: Bien, no me importa cantar. Pero ¿dónde lo haré?
GUSTAV: Aquí mismo.
GERTRUD: ¿Quién hará el acompañamiento?
GUSTAV: El señor Erlan Jhanson lo hará.
ERLAN: Pero aquí no hay piano
GUSTAV: No tiene por qué preocuparse. Yo me encargo de eso.

Gertrud se dispone a cantar acompañada al piano por Erland
(Se abren las puertas de la sala y aparece otra amplia sala contigua de las mismas características, aunque sólo con un piano de cola ocupando el centro y una lujosa araña. El resto se ve desierto. Unos bedeles acercan el piano hacia las puertas comunicantes. Entra el Rector y empieza la audición. Gertrud canta acompañada al piano por Erlan. Ella no puede más y se desmaya. Demasiadas emociones juntas).

Gertrud comienza a sentirse indispuesta

Gertrud desmayada. Véase la composición simétrica, como en toda la película


COMENTARIO PERSONAL


En este acto, Gertrud va vestida de blanco, como una recién casada, como bien observa Gabriel. Ella acaba de pasar su “noche de bodas” con Erlan. Se siente blanca, luminosa, llena de vida, feliz, consagrada por el amor, como si se hubiera casado de verdad. Pero esa noche, Erlan no aparece a la celebración al principio. Y luego, de pronto, de boca de Gabriel, el mazazo. Recibe la noticia de que Erlan presume de su relación con ella, como la de una amante más entre muchas, en este caso la última. Y lo cuenta entre personas de mala nota que no tendrán ningún miramiento al respecto. Para Erlan, Gertrud sólo parece ser una muesca más en la cabecera de la cama. Declarar el nombre de una dama en estas circunstancias de relación “ilícita” significaba manchar su nombre, arrastrarla por el barro, como manifiesta Gabriel. Éste y Gertrud, dada la delicadeza y nobleza de ambos, no entienden su comportamiento indiscreto e indigno, y lo explican aludiendo a la juventud de él, a la bebida y a que pertenece a otra condición social. No conocerán algunos dichos españoles al respecto: “comerse una y contarse veinte” o “el hombre disfruta más contando que folla que follando”, con perdón. Ni tampoco habrán oído contar la anécdota de Luis Miguel Dominguín y Ava Gadner, cuando lo primero que hizo el torero al salir de la alcoba de la actriz fue ir a la taberna a contar la hazaña a los amigos. En fin, el chavalín, el Erlancito, es toda una joyita. No sé qué le ha podido ver ella, excepto que es un buen músico, algo es algo.

En la siguiente entrega hablaremos más de Gabriel.

A continuación el fotograma cartel separador de actos dice:

TU CORAZÓN SE HIZO MUY PESADO, ARDE DE DOLOR Y DESEO. PERO ABSORBE TODO LO QUE PUEDE Y LUCHA POR SU AMOR.

Así es, Al día siguiente, Gertrud se cita con Erlan en el parque y lucha por su amor. Aunque creo que siempre supo, en su fuero interno, que su relación con él era desigual, una locura, y un sueño irrealizable, sólo producto de su necesidad de amor y de su solitaria vida de casada.

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