10 abril 2011

Gertrud, de Carl Theodor Dreyer (1964). Acto V

ACTO QUINTO / GERTRUD, GABRIEL LIDMAN Y GUSTAV KANIM



(Este acto se sitúa en casa del matrimonio. Gabriel ha sido invitado por Gustav a pasar la velada vespertina con ellos. Después de la cena entra una criada para decir que llaman por teléfono a Gustav. Éste se disculpa con Gabriel que está en la sala que ya conocemos, la misma del primer acto, y sale de escena. Gabriel entonces coge unas cerillas y se dispone a encender los candelabros que adornan los laterales del famoso espejo que le regaló a Gertrud [si recordamos, Erlan, en la escena de la “noche de autos” de la consumación sexual, enciende dos candelabros que se sitúan a los lados de una partitura enmarcada. Espejo y partitura son representaciones simbólicas de lo que a Gertrud une con los dos personajes: placer y música, respectivamente]. A continuación aparece Gertrud, toda vestida de negro, en contraste con el blanco que lucía la noche anterior. Me recuerda a un personaje de “La Gaviota” de Chéjov a la que le preguntan por qué viste siempre de negro. Ella contesta: “voy de luto por mi vida”. Pues Gertrud igual. La noche anterior vestía el blanco de la felicidad en el amor y ahora viste el luto del desamor. Se produce un encuadre fantástico: al entrar, por un momento, vemos a Gertrud a través de su imagen en el espejo, como si quedase atrapada en él. Y Gabriel la mira ahí. Este momento es totalmente simbólico. Nos adelanta que Gabriel viene a buscar a Gertrud, quizá para volverla a encerrar en el espejo de los placeres. Luego cambia el plano.)

El simbólico encuadre de Gertrud en el espejo



GERTRUD: No sabía que estuvieras aquí, Gabriel
GABRIEL: Sí. He venido a despedirme de vosotros. Me voy mañana.
GERTRUD: ¿Tan pronto?
GABRIEL: Si, ¿y tú, te quedas aquí?
GERTRUD: Oh, no. Yo también me voy. Aquí me siento perdida, perdida y sola.
GABRIEL: Gertrud, tú te vas, y yo también. ¿Por qué no nos vamos juntos y vivimos juntos?
GERTRUD: Oh, Gabriel, no sabes lo que estás diciendo.
GABRIEL: Gertrud, ¿anoche no oíste cómo mi corazón te llamaba? ¡Cómo te llamaba! Todo era por ti. La nos nostalgia de mi país era por ti. Y si he vuelto es porque quería oír tu voz y volver a verte una vez más (una foto del momento. Como se ve hablan sin mirarse).


GERTRUD: ¡Qué extraño resulta todo esto!
GABRIEL: Sabía que estabas casada. Pero pensé que quizá sintieras un vacío en tu vida y necesitaras llenarlo. Las cosas nunca ocurren como uno las imagina.
GERTRUD: No, no, las cosas nunca ocurren como uno las imagina.
GABRIEL: Gertrud, ¿has amado a tu marido? Respóndeme.
GERTRUD: ¿Amado? No…, no lo sé ¿Y tú?, ¿recuerdas tu profesión de fe? Era uno de tus poemas.
GABRIEL: ¿De qué estás hablando?
GERTRUD: Uno no puede acordarse de todo. Ésta era tu profesión de fe: “Creo en los placeres carnales y en la soledad irremediable del alma”.
GABRIEL: Es cierto. Parece uno de mis poemas.
GERTRUD: Yo no lo he olvidado. Me dijiste esas palabras cuando creía que la felicidad que compartíamos era algo real. Tú acabaste con mis sueños y todo acabó entre nosotros. Me…, me refugié en los placeres carnales. Y el resultado fue mi matrimonio.
GABRIEL: Lo suponía, Gertrud. Ven conmigo.
GERTRUD: No, Gabriel, para mí ya sólo queda la soledad.
GABRIEL: Entonces, ¿quieres decir que has roto con ese tal Erlan Jhanson?
GERTRUD: Sí. Para él no soy nada.
GABRIEL: Gertrud, ven conmigo.
GERTRUD: (se levanta y se acerca a Gabriel, cogiendo su rostro entre sus manos y mirándole a los ojos) ¿Cómo puedes creer que es posible resucitar algo que está muerto desde hace tanto tiempo?...Ven siéntate aquí un momento (le señala un lugar a su lado en un sofá), como hacíamos antes en los viejos tiempos. No creas que he olvidado todo lo que te debo (él queda en sombras y ella iluminada para simbolizar la coherencia de ella y la mediocridad de él). Véase abajo una imagen del momento). Tú me hiciste conocer el extraño milagro del amor. Hiciste de mí una mujer madura. Todo mi corazón y mi ser te pertenecieron durante un largo período de tiempo. Éramos una unidad indisoluble, y nunca nos avergonzamos de nada. El amor purificó todo lo malo y lo feo que había en mí y me hizo descubrir todo lo bueno y bello. Había encontrado en ti al hombre con el que quería pasar mi vida. Me preguntaba si realmente merecía sentir tanta felicidad estando a tu lado.


GABRIEL: Gertrud, ¿por qué me abandonaste?
GERTRUD: Oh, Gabriel, ¿cómo puedes decirme eso? ¿Es que no recuerdas que fuiste tú quien me fue rechazando una vez tras otra? Una tras otra. Rechazada lentamente.
GABRIEL: Nunca he amado a otra mujer.
GERTRUD: Y yo te creo. Me amabas con todas tus fuerzas. Pero ¿qué era yo para ti? Estabas cansado de mi amor. Cuando por fin me di cuenta, me marché.
GABRIEL: Oh, Gertrud. Puede que tengas razón. El trabajo me alejaba de ti. Pero yo no quería romper nuestra relación.
GERTRUD: No, tú no podías romper. Pero afortunadamente lo hice yo. Fue tu trabajo lo que nos separó. Y el honor, la fama, el dinero, y toda esa clase de cosas. El amor te parecía un pesado lastre. Tú sólo querías placer, placer carnal, y no amor.
GABRIEL: Desgraciadamente así era.
GERTRUD: Yo ya notaba algo. Pero te diré cómo llegué a saberlo con seguridad. Fue en una época en la que llevabas mucho tiempo sin haber publicado nada. Eran tiempos difíciles. También para mí. Un día fui a verte. Como solía hacer, puse un poco de orden en tu casa (se produce ahora un flash back. Ella viste un primaveral vestido con estampado floral a juego con su alegría y juventud. Va canturreando feliz mientras ordena un poco la casa de Gabriel. Gertrud explica lo que pasó mientras vemos las imágenes). Quería dejarte una nota. Yo sabía que siempre tenías algo de papel para escribir tus notas. Vi que habías dibujado mi perfil y habías escrito unas palabras (las palabras eran las siguientes: “el amor de la mujer y el trabajo del hombre son enemigos desde el principio”. Al leerlas sufre tal disgusto que reacciona con rabia, rompiendo una foto). Así fue como tuve la certeza,
GABRIEL: Aquél miserable papel fue lo que destrozó mi vida, ¿verdad?
GERTRUD: ¿Destrozar? Alcanzaste el objetivo que te habías propuesto.
GABRIEL: En realidad no he conseguido nada.
GERTRUD: No. Hay que elegir. Y uno siempre acaba dándose cuenta de que ha perdido lo único que contaba la verdad.
GABRIEL: Siempre es así.
GERTRUD: Cuando descubrí la verdad, mi corazón envejeció de repente. Me sentía avergonzada y asqueada de ser mujer. Supe lo que significa el amor para un hombre que se hace famoso. Desprecia el amor. Desprecia el amor de una mujer. A ti te ocurrió lo mismo que a todos. Por eso me alejé de ti. Ahora ya no te quiero (suena una campanada dramática y terrible).
GABRIEL: Gertrud, mi vida se reduce a los tres años que nos amamos. Pero luego me abandonaste ¿Cómo pudiste hacerme eso?
GERTRUD: Desde el primer momento supe que te haría daño. Pero al leer tus cartas, comprendí que ya había sufrido demasiado en esta vida. Entonces te hiciste famoso, pero conmigo eras frío como el mármol. Yo necesito un amor apasionado. La fama no me sirve de nada.
GABRIEL: La fama no significa nada, Gertrud. La noche es profunda. El espacio es inmenso, infinito. Pero la tierra es pequeña y la gente minúscula. Lo único que recuerdo es el amor que sentía por ti. Tú me enseñaste que el amor lo es todo. No debemos estar solos. Yo he pasado demasiado tiempo solo. No hace falta que seamos muchos, con dos es suficiente. Gertrud, estamos hechos el uno para el otro.
GERTRUD: Sí, hacen falta dos. Bien. Te has dado cuenta por fin, aunque sea demasiado tarde.
GABRIEL: Todavía no es demasiado tarde. Aún puedes venir conmigo. Viviremos cerca del mar. Allí…, allí nadie podrá separarnos, sólo…, sólo la muerte.
GERTRUD: No es posible la felicidad en el amor. El amor es sufrimiento. El amor es infortunio. Gabriel, mi corazón hace tiempo que está muerto. No puedo hacer nada por ti, así que no me pidas nada.
GABRIEL: Era tarde, y todo ha sido en vano… (se sienta en un sillón al lado de la chimenea). Ése es mi destino: vano.

(Ella se acerca y le dedica un gesto afectuoso, porque se le ve totalmente abatido. Luego apaga las velas que hay a los lados del espejo, las que antes había encendido Gabriel, un gesto significativo y simbólico igualmente. Apaga lo que él desea encender de nuevo: el amor entre ellos. A través del espejo también vemos la imagen de Gertrud alejándose de espaldas, es decir dándole la espalda a lo que el espejo representa, que implica decir definitivamente adiós a Gabriel. Una escena redonda. Aparece ahora Gustav Kanim pidiendo disculpas a Gabriel por la espera)

GUSTAV: Siento haberte hecho esperar tanto tiempo. Ah, Gertrud, ¿cómo te encuentras?
GERTRUD: Bien. Me encuentro mucho mejor.
GUSTAV: Era el presidente del consejo.
GABRIEL: Bien, creo que tengo que irme.
GUSTAV: Oh, vamos a tomar una copa de champán.

(Gustav toca la campanilla y llama al servicio. Mientras tanto, Gertrud ha salido de escena. Está en la cocina. Se lava las manos, las seca y luego hace una llamada del teléfono. Habla con su amigo Axel para irse a Paris y matricularse en un curso de psicología. Vuelve a la sala)

GUSTAV: ¡Salud! Vaya, Gertrud, llegas en buen momento.
GERTRUD: ¿Champán?
GUSTAV: Sí, por fin he aceptado ser el nuevo ministro.
GABRIEL: Enhorabuena.
GUSTAV: Gracias.
GERTRUD: Lo mismo digo.
GUSTAV: Gracias, Gertrud (la besa suavemente en la mejilla. Beben)… No tienes muy buen aspecto, ¿seguro que te encuentras bien?
GERTRUD: Sí, bueno, sólo estoy cansada. Creo que voy a acostarme.
GUSTAV: No has probado bocado.
GERTRUD: No tengo hambre.
GUSTAV: Como quieras. Bien, acabas de convertirte en la esposa del ministro.
GERTRUD: Sí. Supongo que en otras circunstancias debería estar feliz por ello. Pero esto no durará mucho... Sí, Gabriel ya sabe que vamos a separarnos.
GUSTAV: Entonces se lo has dicho.
GABRIEL: Sí. Cada uno de nosotros seguirá un camino diferente. Y ahora permitidme que me despida. Adiós. Adiós Kanim.
GUSTAV: Adiós, Lidman ¿Volveremos a vernos algún día?
GABRIEL: Si vuelvo. O tal vez no. Adiós, Gertrud.
GERTRUD: Adiós, Gabriel
(Sale Gabriel, todo derrotadito el pobre)

Gertrud alejándose de su marido

GERTRUD: Buenas noches, Gustav. Voy a acostarme. Estoy cansada
(Él la retiene por los hombros)
GUSTAV: Gertrud, lo he pensado y creo haber encontrado una solución. Pero primero contéstame, ¿estás segura?, ¿estás decidida a hacerlo?
GERTRUD: Sabes que sí.
GUSTAV: Sí, ya lo sé. Pero Gertrud, no me abandones. Quédate aquí, cerca de mí. Sigue viéndote con tu nuevo amor, si es que tanto te importa. Pero quédate conmigo. Podemos vivir juntos como amigos. Es el único favor que te pido.
GERTRUD: Me pides que me quede porque esperas que el vínculo que se ha roto vuelva a nacer, vuelva a resurgir de las cenizas, ¿no es así, Gustav?
GUSTAV: Sí.
GERTRUD: Me voy.
GUSTAV: ¿Con tu nuevo amor?
GERTRUD: No, sola. Mi nuevo amor no quiere venir conmigo.
GUSTAV: Por el amor de dios, ¿estás enamorada de un hombre que no quiere saber nada de ti? ¿Has perdido la razón?
GERTRUD: He decidido irme. Pero no huyo de él. Ahora necesito estar sola, por eso me voy. Buenas noches, Gustav. Me siento muy cansada, muy cansada.
GUSTAV: Dime, dime si me has amado alguna vez.
GERTRUD: Y tú, dime, ¿por qué me atormentas así? Cuando nos conocimos, mi capacidad de amar ya estaba muerta, pero mis sentidos seguían vivos. El deseo existía. Entre nosotros hubo un sentimiento parecido al amor.
GUSTAV: ¡Algo parecido al amor! Vete, vete, no quiero volver a verte. No quiero volver a oír hablar de ti.



(Gertrud sale del plano y Gustav queda solo. Desesperado y lleno de rabia, rompe una foto de ella y la echa al fuego de la chimenea, en una escena paralela a la que asistimos cuando Gertrud descubre que Gabriel no la ama como ella desea ser amada. También ella rompe una foto de Gabriel. Ahora vemos a Gertrud salir de casa, vestida de viaje con una capa larga con capucha y cargada con un bulto. Parece una fugitiva, como si de una escapada secreta se tratara. Va hacia París, a encontrarse con su amigo Axel, para entrar en esa vida que tan apasionante le ha aparecido cuando él se la narró: personas que trabajan en la universidad estudiando la mente y el sugestivo mundo de los sueños, que hablan y discuten sobre múltiples temas, que experimentan con personas de capacidades sorprendentes, que disponen de medicamentos casi milagrosos de misteriosa composición, que creen en la libertad de expresión, que se rodean de actores y otros artistas... Suenan ahora las campanas de lo irremediable y del paso del tiempo. Gustav, imaginándose la huída de Gertrud sale a buscarla y grita su nombre: ¡Gertrud, Gertrud…!

El cartel nos adelanta el acto siguiente y último:

PASARON PRIMAVERAS Y VERANOS. HAS VUELTO A TU CIUDAD NATAL Y VIVES SOLA, LEJOS DE LA CIUDAD DE LOS RECUERDOS, SÓLO NECESITAS SABER UNA COSA PARA MADURAR EN PAZ. EN EL MUNDO SÓLO EXISTEN DOS COSAS: EL AMOR Y LA MUERTE


COMENTARIO


Este acto al que hemos asistido es el acto del DESENCUENTRO y, consiguientemente, de la despedida. El desencuentro de los personajes queda perfectamente reflejado en la forma en que hablan para sí, como ensimismados, sin mirarse casi, a veces dándose la espalda. Sobre todo Gertrud, decidida a marcharse y dejar todo atrás. Gabriel y Gustav la buscan y requieren, pero cuando ellos vienen, ella se va. Da la impresión de que los hombres, en general, sólo son capaces de descubrir el amor, a su modo imperfecto, según plantea la película, cuando lo pierden, cuando ya es irremediable. Para Gertrud el argumento va aún más allá. Creo que ha llegado a la conclusión de que los hombres, al menos los que alcanzan la fama, no sólo son incapaces de amar, sino que desprecian el amor de la mujer y generaliza metiendo a todos en el mismo saco: “a ti te pasó lo mismo que a todos”- reprocha a Gabriel-. Ella, que suponemos adquiriría bastante experiencia en el trato con los hombres cuando se lanzó a la vía de los placeres físicos, ya no confía en ninguno de ellos, ni tampoco en la recuperación de lo perdido con sus relaciones más representativas. En ese sentido su corazón ha muerto y se siente sola y perdida. Consciente ahora de la “irremediable soledad del alma” de la que hablaba Gabriel, creo que huye para encontrarse a sí misma. La diferencia con Gabriel está en que para ella la soledad de ahora y el refugio anterior en los placeres físicos no son profesiones de fe, sino consecuencias de la incapacidad de amar de los hombres. La profesión de fe de Gertrud, aunque irrealizable, sigue siendo la del amor, donde ella encontró lo mejor de sí misma, lo más sublime y excelso de su alma, la bondad y la belleza.

El diálogo de Gertrud con Gabriel está lleno de frases lapidarias, de afirmaciones que se pronuncian con acento de rotundas verdades inamovibles, que a veces encuentran eco en el asentimiento del otro: “Las cosas nunca ocurren como uno las imagina”, “Hay que elegir. Y uno acaba dándose cuenta que lo perdido era lo único que contaba la verdad”, “el amor es infortunio”, “la tierra es pequeña y la gente minúscula”, por poner sólo unos ejemplos.
El personaje de Gabriel ha sufrido un proceso de cambio. Pero, a mi entender, no ha sido un proceso profundo y rotundo. Él era un intelectual un poco cínico y frío, y aún lo aparenta algo más con el paso del tiempo. En todos sus diálogos habla de la pequeñez del mundo y de las personas, de que el mundo no significa nada, que sólo es un tránsito. Algo alejado completamente del espíritu soñador de Gertrud y de su forma de entender la vida y las pequeñas cosas, según creo. Unos años atrás, cuando Gustav estaba con Gertrud, según ella le manifiesta, creía en muchas cosas y buscaba los parabienes de ese mundo que ahora desprecia; buscaba el honor y la fama a través de su trabajo intelectual, incompatible para él con el amor de una mujer, por lo cual iba rechazando poco a poco a Gertrud.
Gabriel no dejó a Gertrud no sabemos si porque aún no había llegado el momento en que el amor de ella verdaderamente le agobiara, o porque la quería a su modo también mediano y “defectuoso” y quiso mantenerla consigo dado el placer que le proporcionaba, a pesar de que a veces le pareciera un pesado lastre con el que tenía que cargar. El caso es que, en los momentos en que ella le dejó, él aún no tenía pensado abandonarla, si bien no sabemos que hubiera ocurrido pasado un tiempo. Pero tampoco Gabriel va detrás de ella como el amante apasionado y desesperado que pide explicaciones por el abandono, sino que se exila y sólo le escribe frías cartas desde el extranjero. Él entonces se dedica por entero a su obra literaria y una vez conseguido su propósito de celebridad, empieza a sentir que la meta escogida resulta insatisfactoria e inane. Lo curioso es que triunfa como el gran poeta del amor, sin haber sabido retener en absoluto a la única mujer que dice haber amado. Él, que en su discurso sobre el pensamiento, proclama que hay que vivir de acuerdo con lo que se cree, no ha sabido vivir conforme al divino amor que glorifican sus poemas. Por esa incoherencia la cámara lo mantiene a oscuras cuando habla con Gertrud en el sofá, mientras que ella, fiel siempre a sí misma, está iluminada recordando lo que pasó.

Una vez que la fama literaria conseguida empieza a no representar nada para Gabriel, gana el recuerdo nostálgico de la relación que mantuvo con Gertrud, la entrega de una mujer enamorada, como algo hermoso que quizá fue lo único que le deparó felicidad. Sin embargo, intuyo, no sé si equivocadamente, que su profesión de fe sigue siendo la misma, a pesar de que ahora reniegue de ella y venga a buscar a Gertrud, aprovechando que vuelve a su país para recibir un homenaje por su quincuagésimo aniversario. ¿Por qué no se le ha ocurrido regresar antes? Sigue sin ser el amante ardiente y entregado que lo deja todo para venir en busca de la mujer que ama. Es un regreso medido y con excusa ajena al amor.

Pienso que Gabriel lo que quiere es simplemente recuperar lo que perdió, precisamente porque lo perdió cuando aún era bello y no había llegado a despreciarlo, como ahora desprecia la vanagloria que el mundo le ofrece. Ha empezado a valorar lo que vivió con Gertrud ya que lo que más deseaba, la fama, no ha sido tan satisfactoria como imaginaba y ha dejado de interesarle. No obstante, no estoy segura de que Gabriel quiera recuperar el amor de Gertrud porque ahora crea verdaderamente, en lo más profundo de sí, en el sentimiento amoroso de la pareja como el “todo” absoluto y completo que es para Gertrud, sino entiendo más bien que lo ve como un refugio a la soledad que empieza a pesarle con los años, esa soledad que antes proclamaba en su profesión de fe y que ahora rehúsa, igual que ha dejado de creer en todos los principios de su juventud. Pretende una vuelta atrás en el tiempo irrecuperable y pide explicaciones demasiado tarde.

En cuanto a Gertrud, ya sabemos cómo siente. No es capaz de mantener el amor, si no es correspondido en la misma medida. Lo que sentía por Gabriel, un amor para compartir de por vida, ha muerto. Pero no es sólo eso. Saber que él no la correspondía en el mismo sentido cuando estaban juntos, mató el corazón de Gertrud para siempre y para otros, incapacitándolo para ese hermoso y sublime sentimiento que ella experimentaba, ¡tan frágil y delicado era! Nunca pudo más volver a sentirlo, aunque quiso soñar que lo sentía con Erlan. Ahora que Gabriel vuelve a ella, es a ella a quien no le es posible corresponderle, porque él la mató en lo que ella era y representaba: un corazón para el amor. No es este amor desde luego el que proclama un poema que escuché el otro día en la película “Sentido y sensibilidad” y que venía a decir que el amor no es algo variable y sujeto a capricho, sino una roca inamovible que se mantiene inalterable y erguida ante la tormenta. El de Gertrud se parte fácilmente con la indiferencia del otro. Si bien, hay que reconocer que es difícil que algo que represente los valores e ideales más extraordinarios, perfectos y preciosos, pueda permanecer inmutable ante el choque de la realidad. Los objetos bellos suelen ser frágiles.

En relación con Gustav, la cosa es muy distinta. Ella le conoció cuando se refugió en los placeres físicos, una vez que su corazón estaba muerto. Reconoce que nunca le amó, porque ya no podía hacerlo. Sin embargo, Gustav se creyó amado y amó en la medida en que a él le era posible. En ese sentido, el pobre marido ha sufrido un desengaño, igual que ella lo sufrió con Gabriel. Se ha sentido traicionado y engañado y es lógico que su reacción al final sea de enojo y disgusto. Pero también hay que decir que él se ha ganado a pulso la deserción de ella, al no atenderla lo suficiente.

Para poder retenerla ya que ninguna otra cosa, ni el reproche ni la exigencia, le ha dado resultado, Gustav muestra gran generosidad al ofrecerle seguir viviendo juntos como amigos y hacer la vista gorda a su relación con Erlan, el amante. Se muestra como un civilizado marido, cornudo y complaciente que quiere ganar un poco de tiempo para recuperar a su mujer. Sin embargo, ya es demasiado tarde. Ella se da cuenta de la maniobra y no quiere que él tenga esperanzas de volver a recuperar la relación que tenían, porque no le ama y no le interesa ya de ninguna manera. De todas formas, no sabemos qué hubiera ocurrido si Gustav, en vez de decirle que espera volver a la misma relación que tenían antes, le hubiera ofrecido otra cosa, por ejemplo dejar el cargo de ministro e irse juntos de viaje y dedicarse el uno al otro. Lo mismo así ella se hubiera quedado con él. Aunque es posible que no, ya que ahora ella es consciente de que no le ama. Ahora bien, es impensable en Gustav ofrecer algo semejante porque sus ambiciones políticas son importantes para él, un trabajo al que dedica la mayor parte de su tiempo. Gustav quiere a su mujer en la misma situación que tenía antes, ni más ni menos, situación insatisfactoria para Gertrud. Y no es el amor la prioridad de Gustav, como ya vimos.

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