Entonces llegó. Fue la palabra que alguien al azar pronunció. Había resonado fuerte dentro del ruido de su pensamiento unas milésimas de segundo antes de que un desconocido respondiera al eco confirmándola en voz alta sobre el murmullo agitado del bar, con un amplio gesto de asentimiento, ante un grupo animado. Algo le hizo volver al hombre un instante la mirada hacia atrás, pero no supo que era ella; sólo corrió el velo de sus ojos sobre la mujer sin verla. Sin embargo esbozó un gesto turbado que no supo de qué parte de sí mismo provenía.
30 enero 2011
28 enero 2011
Azul ardiente
Pero éstas son cosas
cuyo nombre no es sonido ni silencio.
O. V. de L. Milosz, La confesión de Lemuel.
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27 enero 2011
La logomaquia comercial
![Estimulación eléctrica intracraneal Estimulación eléctrica intracraneal](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyu0mzVhzuw5zzp6dMl6b8U8Bc-dH45W1z-3Fk5nVHqgohFnGVKhpwuo2KiRgLHDQ2beldnp1-fEVULW_Hg0C1YMHhwCICB7to3JB8Dj1TC3YpqZ7843CrHMaZOfVpA4pKn7TDS3XuvBmU/s500/electro_brain.jpg)
25 enero 2011
Geometría del espejo
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Alguien fuma entre las sombras. No son los muertos. La noche se abre y este humo es falso como un poema. Aplaca su miedo, aquí, en lo blanco, se bebe los sueños. No quiere caer en el hueco. La realidad le pesa: la solidez de los cuerpos, los bordes afilados, nítidos, los imposibles neutralizados; la resistencia. Puede señalarlos, puede tocarlos, puede derramar su símbolo. Hablan en clave estos cuerpos. La distancia los transforma, el contacto los transforma. Sufren el mismo vértigo, alguien los recorre por dentro.
Bill Callahan - Too Many Birds
24 enero 2011
La axiomática moral de Murray N. Rothbard
El sistema libertario de Murray propone una insólita axiomática moral pretendidamente naturalista. El axioma central de su empresa es el de no agresión, que él mismo expresa de esta guisa: «ningún hombre o grupo de hombres puede —entendemos debe— agredir a una persona o la propiedad de cualquier otra»1. Las resonancias bíblicas son inevitables. No matarás; no hurtarás; no codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. En apariencia la idea de siervo chocaría con «el axioma del derecho universal de autoposesión, un derecho sostenido por todos en virtud de ser un ser humano», sin embargo, no tiene por qué ser así. Este «derecho de propiedad sobre el propio cuerpo y persona», suponemos que sólo puede referirse al cuerpo como objeto y a las acciones —incluida la de pensar— que un individuo realiza por necesidad o por deseo. También nos habla de un modelo social en el que grupos humanos intercambian en libertad sus acciones, y entonces surge la armonía para bien de todos. No obstante, la idea de libertad que plantea consiste en la garantía de no agresión física, y nada más. De modo que si el siervo no se ve sometido a una amenaza de violencia física —condición del primer axioma—, entonces presta servidumbre “libremente”; esto aunque la sed y el hambre aprieten (por más desamparado que se encuentre el otro). Resulta difícil imaginar, a tenor de semejante fábula cínica, ¿qué debe hacer aquel que no tiene la posibilidad de satisfacer sus necesidades básicas de sustento dentro del parque utópico del intercambio libre? ¿Debe morir por inanición o debe esperar algún milagro autoorganizativo mientras las tripas rugen? Rothbard, con proverbial sagacidad, ilustra de pasada una especie de concepción inmaculada de «la desviación sexual y la prostitución (que el libertario no ve como "crímenes" de ningún modo, ya que define el "crimen" como invasión violenta de una persona o su propiedad)».
23 enero 2011
Iluminados
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Aunque entiendo que hay distintos puntos de vista y nociones sobre lo que significa ser un iluminado, al que quiero referirme hoy ha tenido siempre para mí una connotación de fanático, de adicto a una verdad, que, para él, no es una cualquiera, sino una verdad revelada: “La Verdad” en términos absolutos. Yo, por el contrario, prefiero pensar en la verdad como algo creativo, variable, contingente, que se produce de instante en instante. Si uno parte de una premisa absoluta, de una fe ciega (valga la redundancia) en algo, para relacionarse con el mundo y con los otros, ¿no intentaría acabar imponiéndola sin penetrar verdaderamente en la alteridad de sus congéneres, comprendiéndola y aceptándola? Me parece que lo creativo no casa bien con ninguna fe en principio, porque, por su propia definición, es una creencia excluyente, inflexible, un certificado de verdad que no admite contrarios ni críticas. La única forma que se me ocurre de evitar ese problema o, al menos yo lo veo como tal, sería reconocer que tus creencias son personales e intransferibles y evitar el proselitismo incontrolado. Pero claro, ¿qué tipo de fe sería aquélla que acepta una fuerza mayor a sí misma? ¿no sería otra fe a la postre y mucho más intensa? En este sentido hay creencias y creencias. Intuimos que algunas, aunque puedan estar arraigadas, son prejuicios adquiridos de un aprendizaje erróneo y que estaría bien librarse de ellas. Pero hay otras que nos son queridas, que nos aportan una satisfacción y un sentido de los que no queremos prescindir y tampoco tenemos por qué. Algunas, incluso, las hemos adoptado voluntariamente como resultado de un camino interno hacia un cambio de subjetividad más en consonancia con lo que pretendemos o buscamos. Otras son productos de fuertes experiencias que no podemos soslayar. Querer comunicarlas a los demás y transmitírselas es la lógica consecuencia. Así que nos debatimos entre el respeto infinito al otro y a su propia visión de las cosas y nuestra propia necesidad de realizarnos a través de la nuestra en el lazo relacional. Como colorario deducimos que son necesarias las afinidades para llevar a cabo ese enlace. No todos hablamos el mismo lenguaje ni nos es posible comunicarnos.
21 enero 2011
Intriga N.º 2
Las apariencias no engañan, me confirman frente a ti. Soy el bibelot de lujo que simboliza tu desmayo. Los tacones de aguja transforman mis pies en un fetiche dorado, absorbiéndolos hasta la perfecta simbiosis. A través de ellos planeo tu derrota, mientras tú sueñas con la mía. ¿No es este juego la vida?
Todo secreto está fuera; la profundidad despliega su artificio, como el de este puro movimiento que imprimo al andar, lento y sinuoso, entre hombres al acecho. Me contemplas. Soy la fatalidad desnuda sobre siete velos de seda. Champagne, deslizante textura, el rouge de mis labios confiere a mi desnudez un céfiro insinuante y procaz. Tu mirada ahora, agua turbia y cenagosa para beberla desesperada. No confesaré, no obstante, no quiero ponértelo fácil. Sabes que estoy aquí para destruirte.
“No te enamores” -dijiste- recortado el perfil, lejano y duro el gesto, bajo una pálida luz, fría como un carámbano de luna. Y yo te odié en silencio con la misma falta de emoción. Un beso de hiel selló el pacto. Hélices negras sobrevolaron nuestro escenario mientras violentabas mi cuerpo con la saña de una pasión cínica y desmedida. “Eres extraordinariamente hermosa”, fue el rumor ronco y trémulo que mascullaste mientras me vestía, como el eco de un pensamiento furtivo, conmovido e involuntario. “Estaré ausente unos días, no sé cuántos. Quizá te llame cuando vuelva”, mi pequeña venganza.
20 enero 2011
Notas acerca del holismo sistémico
![US Department of Defense - Sentient World Simulation US Department of Defense - Sentient World Simulation](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTS57Ee6omjHPmrqEpLKHzqeh-L_sL_6UDt5MYH8NIHEoxFqjZmAr_ICa-5RlaIMJoyJOct2plHc-a73n-YLHpQ92gg-zMzRi9mxc0LLiwimn0Z-XqHa6LiCzJIaK16DWtHMrfWRr3r6QG/s200/pworld.jpg)
Advertimos un problema básico en el planteamiento anterior, la ausencia de un plano que dé contenido y contexto a las acciones. De este problema se siguen otros en torno al principio de causalidad. Uno de ellos es el regreso infinito que supone la cadena causal, por lo que no vemos cómo alcanzaría un punto de presente, a no ser que podamos desconectar la serie de algún modo, acotarla necesariamente a un domino de actuación. La conocida vía de la causa eficiente resuelve el problema utilizando un trascental metafísico. Dentro del marco teórico de la ontología sistémica podríamos expresarlo como una “acción” inmanente a la transición meta-sistémica prebiótica1, similar a la mitología del Big bang. Obviamente, esto nos conduce a un primer principio absoluto que conlleva la cosificación dogmática de alguna totalidad universal y abstracta.
19 enero 2011
Intriga N.º 1
Suave, cotidiano, dime a qué juegas esta vez. Juego a perseguir al miedo, yo rastreo. Perfecto, socio. Trampas las mínimas pero crema, dale cuerda; ponlo en abismo. Así, aquí, ahora, como el pulso en extinción de un animal muy viejo. Gracias, no perderé este fragmento de vida ni lo que hay debajo. No, no lo pierdas igual que al resto. Acóplate, así tan apretada, a la niebla estéreo. No te rompas. Yo-Tú marcado por el fuego. Nos odiarán más que a Claudel (¡que es mucho decir!). A mí no, ya no sé dónde.
A raíz de la última conmoción me hablabas de una viva fluorescencia que lo vuelve todo hacia dentro; también a ti y a mí aunque nos resistamos. Yo-Tú, entre las cosas hicimos hogar. Algo ocultaba el tictac. ¿Qué trajo en su pico aquel pajarillo pardo? La ruina, se estampó contra la ventana. Ésa que siempre mantenemos cerrada. Le faltaban cuatro luces al pasillo, bien lo sabes, y hasta un hervor. Hundidos ahora en el individuo, ahora en la sociedad; nada más que abstracciones, ilusiones ópticas. Vuelven sobre nosotros aquellas historias del ombligo de un pensamiento y la angustia del lugar sin nombre.
El objeto se desvanece, ni rastro de él, sólo queda el lugar sin presencia («hay»). ¿Y si paseamos por el parque de los gatos? Mejor mañana. Yo-Tú, dime si es verdad que perdimos la cabeza; si somos tan indecentes como lo son nuestros pies. Porque ellos al menos escuchan algo, nos caminan y responden afectados por el pasmo: adelante, que se haga en misterio la ignición del primer baile. Son los pies del faquir, también; son ellos sobre cristales. Para acabar, dime si brillas desde el centro así tan redondo.
14 enero 2011
Las buenas intenciones
Según la teoría de los sistemas sociales de Niklas Luhmann, la comunicación no solamente es posible sino que constituye la función clave para la autoproducción del cuerpo social. El concepto de comunicación en el que se basa esta teoría es el propuesto por el constructivismo radical. No se da ningún intercambio de contenidos —o de información— entre sistemas de conciencia o sujetos, porque están cerrados operacionalmente en sí mismos, aislados de forma inevitable. Lo cual no significa que la comunicación entre personas no esté acoplada estructuralmente a la conciencia mediante el lenguaje; pero ésta ocurre siempre en un entorno que excluye al sujeto, justamente en lo social o en la comunicación en sí misma como sistema independiente. De modo que “no es el hombre quién puede comunicarse; sólo la comunicación puede comunicar. La comunicación constituye una realidad emergente sui géneris”.
Sin embargo, ya que la intención de este espacio no consiste en desarrollar ningún profundo estudio praxeológico con vocación universal, vamos a centrarnos en la dimensión personal de la comunicación entendida como apertura hacia el otro. Nos venimos a referir al encuentro de mundos en la distancia, un poco como ese afuera emergente del que nos hablaba Luhmann; pero bajo otro prisma. Tal vez sea demasiado peregrino pretender imantar de afectividad el espacio intersubjetivo en un medio tan proclive a la banalización, la promoción, la autopromoción y el comercio de afectos en general como lo es éste. Copias degradadas de la copia de otra copia de un estilo, de una idea, incluso de una forma de vida; el imperio del kitsch, una especie de platonismo degenerado. ¿Por qué no aceptar el misterio radical de la apertura mutua entre sensibilidades, realizarlo, y curvar así la distancia que nos separa? Nos importan muy poco los componentes autológicos de las llamadas teorías sociales y no nos gustaría caer en la trampa común de la abstracción erudita, porque nos interesa algo sumamente complejo: lo concreto de las situaciones que vivimos. Deseamos compartir venenos y antídotos para el alma. Hacer volar al pensamiento, animados por las fiebres enigmáticas de lo que sentimos como propio, cuyo origen desconocemos.
Sin embargo, ya que la intención de este espacio no consiste en desarrollar ningún profundo estudio praxeológico con vocación universal, vamos a centrarnos en la dimensión personal de la comunicación entendida como apertura hacia el otro. Nos venimos a referir al encuentro de mundos en la distancia, un poco como ese afuera emergente del que nos hablaba Luhmann; pero bajo otro prisma. Tal vez sea demasiado peregrino pretender imantar de afectividad el espacio intersubjetivo en un medio tan proclive a la banalización, la promoción, la autopromoción y el comercio de afectos en general como lo es éste. Copias degradadas de la copia de otra copia de un estilo, de una idea, incluso de una forma de vida; el imperio del kitsch, una especie de platonismo degenerado. ¿Por qué no aceptar el misterio radical de la apertura mutua entre sensibilidades, realizarlo, y curvar así la distancia que nos separa? Nos importan muy poco los componentes autológicos de las llamadas teorías sociales y no nos gustaría caer en la trampa común de la abstracción erudita, porque nos interesa algo sumamente complejo: lo concreto de las situaciones que vivimos. Deseamos compartir venenos y antídotos para el alma. Hacer volar al pensamiento, animados por las fiebres enigmáticas de lo que sentimos como propio, cuyo origen desconocemos.
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