20 enero 2011

Notas acerca del holismo sistémico

US Department of Defense - Sentient World Simulation
Toda teoría del Ser (o de la realidad) selecciona alguna categoría fundamental sobre la que construye su edificio explicativo. Con tal fin, la ontología sistémica de la cibernética evolutiva, propone la noción de organización que define como interdependencia entre acciones. Nos informa de la esencia causal de la acción que sólo puede darse en relación a un agente; es decir, que independientemente de nuesto conocimiento del agente causal, éste siempre existe. De hecho, la acción sólo existe como efecto de una causa. Según este reduccionismo relacional los agentes son determinantes causales, los objetos son totalizaciones de procesos y los procesos son compuestos abstractos de una serie de acciones. Pareciera que la posibilidad de conexión circular —se suele emplear el término feedback para referirse a este tipo de conexión— contradijese la serialización del proceso; sin embargo, hemos de recordar que el proceso material sucede en un tiempo irreversible (no es casualidad que se utilicen diagramas causales —también con el formalismo de Forrester— para representar gráficamente un sistema). Por tanto, en última instancia, la realidad se compone de acciones irreductibles y causalmente entrelazadas; es decir, la realidad es sólo forma.

Advertimos un problema básico en el planteamiento anterior, la ausencia de un plano que dé contenido y contexto a las acciones. De este problema se siguen otros en torno al principio de causalidad. Uno de ellos es el regreso infinito que supone la cadena causal, por lo que no vemos cómo alcanzaría un punto de presente, a no ser que podamos desconectar la serie de algún modo, acotarla necesariamente a un domino de actuación. La conocida vía de la causa eficiente resuelve el problema utilizando un trascental metafísico. Dentro del marco teórico de la ontología sistémica podríamos expresarlo como una “acción” inmanente a la transición meta-sistémica prebiótica1, similar a la mitología del Big bang. Obviamente, esto nos conduce a un primer principio absoluto que conlleva la cosificación dogmática de alguna totalidad universal y abstracta.

Podemos tomar otro camino, la acción lejos de constituirse como efecto puro del determinante casual en un esquema funcional que opera sobre la nada, lo hace como transformación de la materia dentro de un dominio de actuación acotado por la propia entidad material de las acciones implicadas. A nuestra escala, esta explicación de la finitud inherente a la materialidad de los procesos resulta casi elemental. Puesto que —simplificando— la entidad supone la diferencia con su contexto, además de la identidad tautológica de sí consigo misma. A escalas mesoscópicas, microscópicas o megascópicas —poco importa— aparecen puntas de objeción como, por ejemplo, el hipotético principio de Mach o eslóganes sentenciosos como «todo se relaciona con todo». Una afirmación ambigua, utilizada principalmente en ecología y en teología, que puede significar que todo ente se relaciona con todo otro ente, que la totalización abstracta en lo universal se relaciona consigo misma o que los componentes de un sistema están codeterminados. En cualquier caso, irrelevante.

Hemos visto que dotando a la acción de un espacio material en el que realizarse y teniendo en cuenta las invariantes de identidad que limitan al ente en su dominio necesario, la ontología sistémica empieza a dejar de ser la mala hipóstasis de una abstracción vacía. No obstante, la justificación metafísica de la teoría de sistemas no tiene importancia alguna, porque precisamente su formalismo reduccionista es lo que la convierte en una poderosa herramienta omnicomprensiva, el nuevo oráculo técnico que guiará el destino de la evolución. Tal vez nos parezca exagerado, pero veamos qué son los modelos mundiales (o globales). Un modelo, como sabemos, es la representación formal de las influencias entre las partes que componen una totalidad abstracta (según estas teorías el modelo buscaría un isomorfismo con el “sistema real” —como esto nos llevaría de nuevo a la metafísica no volveremos a poner lo fundado como fundamento— por lo menos en los comportamientos relevantes para los intereses de estudio), una red de procesos interrelacionados. Tenemos una serie de cantidades variables que representan el estado del sistema y un conjunto de relaciones entre estas cantidades (su organización) formalizadas en un sistema de ecuaciones diferenciales que dan cuenta de sus posibilidades evolutivas (la variación de estas cantidades respecto al tiempo y las nuevas organizaciones estructurales que puedan producirse). Ahora bien, en el caso de sistemas abiertos —que interactúan con un medio— el modelo también incluye aquellas variaciones del entorno (variables exógenas) que tienen un impacto significativo en la estructura interna del modelo. Tomaremos el modelo World32 como muestra de los modelos mundiales. Por la parte estructural World3 tiene en cuenta variables de estado (niveles o stocks) como la población mundial, el capital industrial, la polución atmosférica, el porcentaje de tierra cultivada, recursos naturales disponibles, fracción del capital invertido en agricultura &c. Es un modelo optimista que no incluye variables como el capital militar ni la corrupción, que evidentemente influirían en las variables que sí contempla. El modelo tienen en cuenta relaciones no lineales entre variables (por ejemplo retroalimentación positiva y negativa) que dan lugar a comportamientos complejos. Las aplicación de estos modelos, su simulación computacional, sirve fundamentalmente para la prospección de la evolución de los indicadores mundiales que recoja el modelo en cuestión. Otros modelos globales (Regional World o International Futures Simulation) dividen el mundo en regiones definiendo un submodelo para cada una y, obviamente, estableciendo las relaciones pertinentes que influyan en el estado global.

1. Hace referencia a la teoría de transición meta-sistémica de Valentín Turchin & Co. Esta teoría explica la noción de emergencia como la aparición de un nivel de control superior en una jerarquía multinivel.
2. Modelo propuesto en Beyond the limits –Donella H. Meadows et al.– a partir del modelo World2 desarrollado por Jay Forrester.

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