14 enero 2011

Las buenas intenciones

Según la teoría de los sistemas sociales de Niklas Luhmann, la comunicación no solamente es posible sino que constituye la función clave para la autoproducción del cuerpo social. El concepto de comunicación en el que se basa esta teoría es el propuesto por el constructivismo radical. No se da ningún intercambio de contenidos —o de información— entre sistemas de conciencia o sujetos, porque están cerrados operacionalmente en sí mismos, aislados de forma inevitable. Lo cual no significa que la comunicación entre personas no esté acoplada estructuralmente a la conciencia mediante el lenguaje; pero ésta ocurre siempre en un entorno que excluye al sujeto, justamente en lo social o en la comunicación en sí misma como sistema independiente. De modo que “no es el hombre quién puede comunicarse; sólo la comunicación puede comunicar. La comunicación constituye una realidad emergente sui géneris”.

Sin embargo, ya que la intención de este espacio no consiste en desarrollar ningún profundo estudio praxeológico con vocación universal, vamos a centrarnos en la dimensión personal de la comunicación entendida como apertura hacia el otro. Nos venimos a referir al encuentro de mundos en la distancia, un poco como ese afuera emergente del que nos hablaba Luhmann; pero bajo otro prisma. Tal vez sea demasiado peregrino pretender imantar de afectividad el espacio intersubjetivo en un medio tan proclive a la banalización, la promoción, la autopromoción y el comercio de afectos en general como lo es éste. Copias degradadas de la copia de otra copia de un estilo, de una idea, incluso de una forma de vida; el imperio del kitsch, una especie de platonismo degenerado. ¿Por qué no aceptar el misterio radical de la apertura mutua entre sensibilidades, realizarlo, y curvar así la distancia que nos separa? Nos importan muy poco los componentes autológicos de las llamadas teorías sociales y no nos gustaría caer en la trampa común de la abstracción erudita, porque nos interesa algo sumamente complejo: lo concreto de las situaciones que vivimos. Deseamos compartir venenos y antídotos para el alma. Hacer volar al pensamiento, animados por las fiebres enigmáticas de lo que sentimos como propio, cuyo origen desconocemos.
Neu! - Hallogallo

0 comentarios: